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30 de octubre de 2008
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Otra del plan jicotea

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Resulta imposible no asustarse cada vez que el régimen amenaza con cambiar algo en Cuba.

Aunque muy de cuando en cuando nuestros perfeccionadores del socialismo continúan dando fe de que mantienen en activo su plan jicotea, destinado a simular que están dispuestos a cambiar lo necesario para que nada cambie.

Y como ya sabemos que la jicotea se gasta patas de elefante, cuyos pasos no tienden sino a hundirnos aún más en el pantanal, basta con el anuncio de alguna nueva medida para que nos pongamos tensos y nos apretemos el cinto.

Ahora nuestro canciller acaba de anunciar una profunda reforma salarial. Así que por falta de uno, son dos los motivos para el sobresalto: la reforma en sí misma y la desbordante lucidez intelectual de quien la califica como “profunda”.

Con esa agilidad y agudeza de mente que suele caracterizarlo, el canciller parece haber detectado cierta contradicción en el hecho de que aquí el maletero de un hotel o el empleado de un restaurante ganan más que un cirujano.

Tendríamos que agradecer su hallazgo. Lo que nos preocupa es que trae aparejada la reforma de marras, donde tal vez se ha previsto disminuir las ganancias de maleteros y empleados, de modo que el Estado no tenga que aumentar mucho el sueldo de los cirujanos en busca de una justa equiparación.

Ya que nuestros mandamases no contemplan mejor táctica para enfrentar la pobreza que la de repartirla entre todos por igual, a fin de que la sociedad no se divida entre ricos y pobres, sino entre pobres y mandamases, es de presumir que esta anunciada reforma de los salarios no esté concebida para que todos ganen más sino para que no ganen más que lo estrictamente imprescindible, y así podrán seguir manteniéndonos a todos igualados dentro de la miseria.

Cualquiera diría que nuestros mandamases se hartaron de organizar la economía en forma tal que unos pocos viven mejor que la mayoría, aportando menos. Aunque también pueden estar hartos de que los pocos que viven mejor, cada vez acercan más su estilo de vida al de los mandamases.

Puede ser la razón por la que le han metido cabeza a esta nueva reforma salarial, cuyo primer objetivo, según declaró el canciller, es que cada cual gane rigurosamente por lo que hace. Otro motivo de preocupación para nosotros, ya que a la altura de las circunstancias, si cada cual cobra según lo que hace, tal vez no haya que pagarle nada a nadie, empezando por los mandamases.

En cualquier caso no hay que desesperar en la víspera, pues esta nueva medida, al igual que otras muchas anunciadas, pertenece al plan de reformas de la jicotea, así que no pasa de ser un proyecto para más adelante.

Con esa brillantez de miras y esa prodigalidad verbal que suelen caracterizarlo, el canciller ha explicado: “Tiene que ser por fases y tiene que tener un sustento, porque si se lanza dinero en salarios a la calle sin respaldo, va a ser inflacionario, va a debilitar nuestra moneda y no va a resolver las cosas”.

O sea que según el régimen, resulta inútil y hasta nocivo mejorar los salarios de hambre que padece hoy la gente, porque en definitiva no hay nada que comprar en la calle, y como no pueden comerse el dinero, se agravaría la inflación.

Nuestro reclamo entonces, por si algún día nos animamos a formularlo, no sería que nos paguen más, sino que nos abastezcan el mercado en moneda nacional. A ver si existiendo ya el “respaldo”, aplican esta nueva medida del plan jicotea para que nos acerque finalmente al cómo y con qué respaldar la barriga.

 

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