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7 de octubre de 2008
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Los buenos y los malos

José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Los medios en la isla, permanentemente al servicio de los intereses del grupo en el poder,  han estado en estos días destacando distintas efemérides del calendario “revolucionario”.

La ocasión ha sido propicia porque 1958 fue pródigo en acciones dentro de las ciudades y poblados de los llamados “grupos de acción y sabotaje”. En la actualidad ha sido suspendido, sin explicación, el segundo apellido, y simplemente se les denomina “grupos de acción”. De toda esa actividad estrepitosa se está cumpliendo en este año medio siglo. 

Una de las acciones heroicas recordadas fue la muerte a tiros, en Batabanó, por tres jóvenes del Movimiento 26 de julio, el 18 de septiembre de 1958,  del teniente coronel del ejército, Pablo de Miranda y su asistente. 

Los jóvenes revolucionarios, tras el ajusticiamiento –dijeron los medios- tuvieron que subir a la Sierra Maestra porque sus vidas corrían peligro.  El nombre del soldado asistente del coronel, no mencionado en la recordación del hecho, era Luis González Vegas. 

Un sobrino de González Vegas, Noel Gutiérrez González, en otra versión de los hechos, dice:  

“Aquello fue un asesinato a sangre fría. Mi tío y su jefe iban a caballo, desarmados, recorriendo la finca del teniente coronel en Batabanó, los emboscaron y les dispararon con una escopeta de perdigones”. 

Ante la pregunta de si había elementos que justificaran en alguna medida que el hecho pudiera ser calificado de “ajusticiamiento”, Gutiérrez González respondió: 

“Mi tío lo único que hacía era cuidar la finca. Él vivía en esa finca. Y el crimen del teniente coronel era ser primo de la esposa del presidente Batista”. 

La tónica, y eso es una constante, de los medios oficialistas, ha sido presentar a los integrantes de los grupos de acción y sabotaje del Movimiento 26 de julio como jóvenes heroicos y buenos. Y a los que respondían a Batista o estaban en alguna medida identificados con su gobierno como muy malos. 

Si la gente del 26, como ocurrió, acribilló a balazos a un presunto confidente de la policía en la puerta de su propia casa y delante de su esposa, eso fue un ajusticiamiento. Si fue la policía, no importa las circunstancias, la que mató a alguno de los jóvenes revolucionarios, fue un asesinato. 

Siempre es así. Y se necesita algo más que simples caricaturas. Necesitamos, sino toda, por lo menos un poco de verdad. Aunque los gobernantes no lo crean, eso nos haría bien a todos.

fornarisjo@yahoo.com 

 

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