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6 de octubre de 2008
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Males que vienen para peor

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - En Cuba, en contra del refrán, los males que llegan no vienen para bien, sino para peor. De las adversidades, los mandarines no sacan nada positivo, ni siquiera lecciones de lo que no se debe repetir. El gobierno cubano, en su terca porfía por el inmovilismo tropieza con las mismas piedras y vuelve a perder, justo cuando el país más lo necesita, otra preciosa oportunidad de salir del atolladero.

Si algo positivo se hubiera  podido derivar  de las secuelas terribles de los huracanes Gustav e Ike era que, precisado por la dramática situación de centenares de miles de damnificados, el gobierno empezara a apartarse de las viejas fórmulas y los discursos gastados. 

Más sinceros que los patéticos montajes televisivos de damnificados que corean su confianza en la revolución y los reportes triunfalistas que hablan de recuperación impetuosa, son las brigadas de artistas que llevan entretenimiento a las áreas de desastre en Holguín, Pinar del Río o Nueva Gerona. Pero evidentemente, el arte, la solidaridad y los buenos sentimientos por sí solos no bastan.

Ante la incapacidad oficial para resolver los problemas de la vivienda, elevados al cuadrado por los ciclones, el estado pudiera permitir la venta y alquiler de casas. Autorizar la creación de cooperativas de constructores y apoyarlas con créditos y materiales sería otra de las soluciones. Ambas cosas son mejores que la pachanga del robo de materiales, los troncos de palmas para hacer bajareques o la venta de tejas de fibrocemento que el próximo ciclón inexorablemente arrancará.  

Era el momento preciso de quitar el freno y acelerar la reforma económica. Liberar las fuerzas productivas. Dar luz verde a la pequeña iniciativa privada. Permitir que fluyera entre la población el intercambio de bienes y servicios que el Estado no puede garantizar. Suprimir el leonino impuesto al dólar para estimular el envío desde el exterior de remesas familiares.

Son algunas formas de contribuir a que el dinero recupere su valor real y terminar con la dualidad monetaria. Así no sería tan largo el “poco a poco” de cinco o seis años que dijo el general Raúl Castro durante su recorrido por Pinar del Río. 

En lugar de ello, lo que hacen los sucesores es seguir al pie de la letra lo que aconsejan las reflexiones del Compañero Fidel: huir hacia delante, y sin blandenguerías, ponerlo todo peor.  

Aumentaron los precios del combustible en vísperas de Ike e hicieron que se encareciera todo lo que ya escaseaba y era caro. Ahora, para evitar que suban aún más los precios de los alimentos, inspectores y policías cierran mercados, decomisan mercancías y hostigan en las carreteras a los camioneros que transportan viandas, frijoles y vegetales. 
Lo único que no escasea hoy es la intransigencia del Comandante y sus amenazas contra “corruptos, acomodados, oportunistas y vende patrias”. 

Para comer, habrá que sembrar y esperar seis meses, dijo el Vice-Ministro de la Agricultura. O esperar que desmonten el marabú, cosechen y vendan su producción al ineficiente acopio estatal los que ahora toman en usufructo las tierras baldías que el Estado-patrón hizo productivas.

Eso, suponiendo que no llegue antes otro huracán. O que no muramos de hambre en esta nueva fase de la guerra de los caciques y sus behiques parlanchines contra todo el pueblo, ahora con mucho bohío, vara en tierra y escombros como telón de fondo.

luicino2004@yahoo.com

 

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