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2 de octubre de 2008
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Un Ernesto sin importancia

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Le dicen Takeshi, pero su verdadero nombre es Ernesto. Vive en el municipio habanero Playa. Con sólo medio siglo de vida parece que tiene setenta años.  

En nada se parece al “guerrillero heroico” y mucho menos al ex preso político plantado Ernesto Díaz Rodríguez, hoy en el exilio, que permaneció contra toda esperanza, optimista y enamorado de la vida, más de veinte años en las cárceles de Fidel Castro.  

Este Ernesto, nuestro amigo. se quiere morir. Le pesan demasiado los malos recuerdos de la guerra en Angola, la frustración, la decepción por el socialismo, la realidad cubana. Por eso el dinerito que gana haciendo trabajos particulares: destupir una fosa, repellar una pared, buscando un mandado a cualquier vecino, lo invierte en comprar ron del más barato.  

Ernesto se convirtió en alcohólico cuando fue licenciado de las Fuerzas Armadas. Le he hablado para que ame la vida, disfrute de los amaneceres, busque el amor, tenga fuerza de voluntad y no se deje dominar por el vicio de la bebida. Nada. No he podido convencer a este buen hombre que sólo me habla del remordimiento que siente por haber matado a tanta gente en Angola, por haber participado de una guerra que al final no entiende, y por la que perdió esposa y hogar, y sobre todo, los deseos de vivir. 

He conocido a muchos como él. Reniegan de su historia como combatientes de aquella guerra, o de la que libraron hace 40 años contra grupos de cubanos que querían el retorno de la democracia a Cuba. Son, sin duda, personajes que para sorpresa mía han logrado que todos los cubanos, de la isla y del exilio, de una forma o de otra, suframos como ellos. Cuba ha estado envuelta en múltiples guerras en los últimos 50 años. 
En junio del pasado año, durante las sesiones de un seminario celebrado en La Habana sobre África, se conoció que más de cien mil cubanos, durante 45 años, estuvieron colaborando en ese continente, donde existen más de 29 millones de infectados por el VIH-Sida. 

Ernesto forma parte de esos cien mil cubanos.  Hoy, no tiene vivienda, ni familia, ni recibe un centavo como ex combatiente de la guerra de Angola. Como ni siquiera se siente un héroe, apenas quiere contar sobre la guerra.  

-Fue demasiado duro -me dice-. La experiencia y lo que vivo hoy es mejor ni decirlo. Vivo por vivir, nada me alienta o estimula. Sólo puedo decirte que en Angola morí por dentro. Además, soy un hombre sin ninguna importancia para la revolución.

 

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