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11 de noviembre de 2008

 

OPINIÓN
 

¿Elecciones democráticas en Cuba?

Adrián  Leiva

MIAMI, Florida, noviembre, www.cubante.org -Los cubanos de la Isla estuvieron pendientes de las elecciones de los Estados Unidos, deseando que Barack Obama saliera presidente. Son varias las razones que explican ese interés, una de ella es la deprimente situación interna que se vive en la nación.

Por otra parte, desde el año 1948 no se realizan elecciones democráticas en Cuba. Fidel Castro llegó al poder por medio de una lucha armada que contó con el respaldo de la mayoría de la población cubana, esperanzada en la restauración del orden constitucional y mejoras sociales dentro de los marcos democráticos. Pero esta promesa fue traicionada y el nuevo gobierno se convirtió en una dictadura.

Con el favor político que le regalaron los sucesivos gobiernos norteamericanos, con el embargo y la ley de ajuste cubano, el gobernante cubano ha tenido la excusa perfecta para justificar ante el mundo y el propio pueblo cubano la ineficiencia de su sistema.

La política exterior de los Estados Unidos hacia Cuba ha contribuido para mediatizar la capacidad de razonamiento del pueblo cubano; algo que se puso de manifiesto con las anonadas multitudes que en plazas públicas y pantallas de los televisores, aplaudieron durante años a Fidel

Castro pronunciaba discursos carentes de lógica en lo tocante a los problemas de interés para el pueblo, mientras concentraba su atención en los problemas internacionales; sin que la mayoría de los cubanos se percataran de que le estaban confiscando la Patria, sembrando el odio y la división de la familia. 

Hoy el fracaso del fidelismo le pasa la factura a las nuevas y viejas generaciones de cubanos que, cansados de tanta politiquería y a falta de unas elecciones libres en la Isla, miran hacia el norte  pensando que el nuevo Presidente es quien debe resolverle los problemas al pueblo de Cuba.

El verdadero Embargo que ha sufrido el pueblo cubano es el que le ha impuesto el propio sistema. Hay que diferenciar entre las relaciones de dos estados soberanos y la exigencia que todo pueblo debe cívicamente realizar a los gobernantes para el cumplimiento de todas las libertades públicas. 

Es un bochorno para el gobierno de Cuba que la mayoría de la población de la Isla le preste una atención especial a las elecciones de los Estados Unidos, a falta de una democracia propia. Mientras la sociedad cubana vive el mayor desastre social y moral de toda su historia.

Los cambio que deben originarse en la sociedad cubana no deben estar condicionados por la situación política de los Estados Unidos, al margen de la influencia geopolítica, sino por la acción cívica y responsable de todo el pueblo cubano y de la “nueva” nomenclatura del poder, que deben como parte única y soberana ser los promotores de las necesarias e inaplazables transformaciones dentro de la dramática realidad nacional. Demorar estas transformaciones es continuar destruyendo y asesinando el alma a todo un pueblo.

De cualquier forma la elección del primer Presidente afro de los Estados Unidos significa mucho más que la elección democrática de una nación.

Cabe destacar que su contrincante Jonh McCain demostró ser un caballero digno de todo crédito, pero la realidad interna y externa sobre el liderazgo mundial de los Estados Unidos reclamaba la urgente necesidad en la revisión de una política económica más justa a nivel local y mundial, siendo impostergable para fortalecer las bases democráticas de la comunidad humana universal.

Desde Europa hasta Asia, desde Siberia hasta Ciudad del Cabo, la opinión pública internacional ha estado pendiente a estas elecciones como si fueran las elecciones mundiales.

A fin de cuentas ¿Por qué no?  Los cubanos también. 

La elección de Barack Obama puede ser el giro esperados por casi cincuenta años para el pueblo de Cuba que aguarda del nuevo presidente una política que desbarate el muro de justificaciones sobre el cual se atrinchero el ex dictador Fidel Castro.

Queda por ver si en esta ocasión no ocurre un hecho “casuístico”, u otros raros fenómeno de hilos invisibles made in Havana, que entorpezca un dialogo justo entre los dos gobiernos y que contribuya en beneficio de las dos naciones.

Si la rama de olivo lanzada por Raúl Castro lleva una intención sincera de diálogo sin condiciones y respeto mutuo, muchas cosas podrán cambiar para el atropellado y explotado pueblo cubano.

El tiempo dirá la última palabra.

 

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