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7 de noviembre de 2008

 

OPINIÓN
 

De todo un poco

Adrián Leiva

MIAMI, Florida, noviembre, (www.cubanet.org) -El tema de la alimentación deficiente en la Cuba posterior al año 1959 no es nada nuevo. La proclamada reforma agraria del poder revolucionario devino una estatización de la agricultura que ha destruido las bases del campesinado cubano y provocado que hoy casi nadie deseé trabajar la tierra.

Desde los inicios de la revolución, la reforma agraria provocó severa escasez de todos los productos  agrícolas y originó la llamada libreta de racionamiento, para la distribución de estas mercancías, que ha durado hasta el presente como monumento a la ineficiencia del sistema.

La agricultura y la ganadera en toda su extensión tuvieron su discreto mejor momento en la década del ochenta gracia al subsidio soviético.

Después de la revuelta social del año 1994, conocida como maleconzazo, que culminó con la crisis migratoria de los balseros durante la cual huyeron del país más de 35 mil personas, se abrieron nuevamente los mercados agropecuarios donde los productores particulares y cooperativas agrícolas -luego de cumplir sus obligaciones con el estado- pueden vender sus productos libremente a  la población a precios dictados por el mercado.

Si, por la llamada libreta, las entregas de alimentos a la población son muy exiguas, ¿de que excedente de producción agrícola se habla para llevar a los mercados?

La mentira disfrazada tenía como objetivo “legalizar” las producciones que circulaban en el mercado negro y también estimular la producción para contentar al pueblo.

Los mercados agropecuarios, todos son administrados por el estado, la diferencia es que algunos con precios topados son abastecidos por el Ministerios de la Agricultura, como es el caso del mercado del Cerro en la calle Colón, que casi siempre ofrece muy pocos productos.

Los particulares, con precios más altos y abusivos presentan mucha mayor cantidad y calidad de productos.

Del total de las tierras dedicadas a los cultivos varios en el país, solo el diez por ciento está en mano de los pocos campesinos privados que conservaron sus propiedades.

Según se ha podido conocer los productos que deben ir hacia los mercados estatales son desviados para los puntos particulares, como parte del mercado negro y la corrupción. Los cuerpos de inspectores son corruptos así como los funcionarios administrativos que deben controlar esta situación.

El gobierno de Raúl Castro ha puesto en marcha un programa para entregar las tierras estatales ociosas en usufructo a toda persona que desee trabajarla, medida que tiene como antecedente la presión popular de reclamo de alimentos y el fracaso de los planes socialistas desarrollados durante todos estos años por el gobierno de su predecesor Fidel Castro.

Los precios abusivos y el hambre sólo se acabarán cuando la oferta cubra las demanda y para eso hay que estimular la producción agrícola y efectuar las necesarias reformas al sistema económico nacional.

 

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