28 de mayo de 2008       VOLVER AL INICIO
 
 

La aceptación del absurdo como política

ALEJANDRO GOMEZ

El gobernante cubano Raúl Castro ha decidido permitir que la madre de la doctora Hilda Molina viaje a Argentina para conocer a sus bisnietos. Esta peligrosa contrarrevolucionaria de 89 años y deteriorado estado de salud y su hija llevan años pidiendo que se las deje viajar. Tras la cerrada negativa de Fidel Castro, su hermano y sucesor accedió a que sólo viaje la madre de la doctora Molina.

Esto, que en casi cualquier país del mundo sólo requiere comprar un pasaje y, de ser necesario, solicitar una visa al país de destino, en Cuba está en manos del patrón de la vereda, jefe todopoderoso y guardián de la seguridad nacional.

Lo extraño es el reconocimiento de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quien ha dicho estar muy agradecida por la decisión de Raúl Castro. No mencionó el hecho más importante, que es la negativa de que la doctora Hilda Molina viaje a ver a su hijo y a conocer a sus nietos.

Argentina es un país que estuvo largos años sometido a dictaduras sangrientas de militares fanáticos y obtusos que tenían poder de vida y muerte sobre la desdichada ciudadanía. Resulta entonces más que extraño que sus gobernantes y buena parte de sus intelectuales acepten metodologías tan repugnantes como las que ellos mismos tuvieron que padecer.

Hablando del franquismo, Albert Camus dijo a Gabriel Marcel que ''no aceptaré esa peste repugnante del oeste de Europa porque ejerza su acción al este sobre mayores extensiones''. Quienes rechazaron a auténticos monstruos como Pinochet, Videla, Somoza o Stroessner no tienen muchas excusas para justificar a los que ejercen su monstruosidad en una isla del Caribe.

En estos días se anunció que Argentina, Brasil y Chile ocuparán un lugar en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Muchos ilusos hubieran querido que antes de sentarse dijeran cuánto les molesta estar allí junto a Cuba, país especialista en violar cualquier tipo de derecho. Hasta ahora hubo silencio y es muy poco probable que alguien ponga las cosas en su lugar.

Frente a este silencio tuvimos que escuchar los agradecimientos de Cristina Fernández y la humorada de Lula diciendo que Chávez es el mejor presidente que ha tenido Venezuela en los últimos cien años. La doctora Hilda Molina y millones de cubanos no tan conocidos siguen en manos de una nomenklatura despiadada y sin ningún escrúpulo. El silencio de América Latina ayuda a crear el campo propicio para que se denuncie a los disidentes como mercenarios y a quienes quieren salir de Cuba como gusanos.

 

 

 

 
 
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