José A. Fornaris, Cuba-Verdad

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - El gobierno del general  Raúl Castro ha permitido a los cubanos, después de quince años de veda, tener nuevamente el derecho de hospedarse en los hoteles de su propio país, a comprar ordenadores, reproductoras de DVD y teléfonos móviles.

Su predecesor y hermano no otorgaba esas dádivas. Pero ya hace cerca de dos meses de esas posibilidades y el mundo no se ha acabado, ni siquiera se ha terminado el comunismo en la isla.

Cuentan -no soy tan viejo para recordarlo- que durante la época republicana, el coñac Tres Cepas tenía un comercial que aseguraba: “Tan bueno como el mejor y mejor que muchos buenos”.

Y con el pueblo de Cuba pasa algo parecido, es tan bueno como el mejor pueblo que pueda existir en el mundo. Y a tenor con esa realidad tiene derecho a tener todo lo bueno que existe y que pueda lograr con su iniciativa y esfuerzo.

Pertenece al mundo de lo inconcebible el hecho cierto que los cubanos logren prosperidad en cualquier parte del planeta donde estén asentados, menos en su propio país.

Eso sólo se explica por la asfixia a que ha sido sometido dentro del panteón de los programas comunistas. El régimen es inmovilista y su esencia lo conduce, siempre, a querer controlarlo todo. De esa forma el más mínimo cambio le parece algo perverso. Pero no hay ningún ritmo social permanente.

La vida cambia, y a veces impulsada por una gran calamidad. Después que la Peste Negra azoló a buena parte de Europa, y en especial a Inglaterra, los señores feudales no pudieron continuar manteniendo las mismas reglas del juego. Hay incluso hipótesis que plantean que la Peste tuvo mucho que ver con la llegada del Renacimiento para el viejo continente.

No sería nada extraño que después de la gran calamidad que ha sufrido Cuba, su pueblo renazca y pueda llegar a grandes logros espirituales y de confort material. Aspiramos a todo lo bueno, en cuanto exista la posibilidad alcanzaremos muchos logros dentro de nuestro propio territorio.