15 de mayo de 2008       VOLVER AL INICIO
 
 

Apuestan en La Habana hasta dónde llevará su reforma Raúl Castro

Por Antonio Martínez
Agencia EFE

LA HABANA.-- Las reuniones de los diplomáticos y empresarios de La Habana es un hervidero de rumores, análisis y apuestas sobre hasta dónde llevará el presidente Raúl Castro su campaña de reformas económicas -que no políticas- sin afrentar al convaleciente Fidel Castro.

“Raúl es un pragmático que quiere hacer cambios para salvar la revolución, pero no podrá hacerlo mientras ‘éste’ viva”, dijo a Efe un diplomático europeo, en referencia al ex Comandante en Jefe.

Algunos analistas y diplomáticos afirman que el general Raúl Castro, de 76 años, ya tiene el poder real y ha colocado a “su gente” en las cúpulas del Gobierno y del Partido Comunista de Cuba (PCC) y que el mayor, Fidel, de 81, ya no manda demasiado.

Citan como demostración un reciente Pleno del Comité Central del PCC en el que se creó una “Comisión” del buró político en la que figuran Raúl Castro y sus vicepresidentes, fusionando las cúpulas del Gobierno y el aparato ideológico, en las que no está -por primera vez en medio siglo- Fidel Castro.

Otros, más escépticos, aseguran que el líder revolucionario, que gobernó Cuba desde 1959 con voluntad férrea y determinó hasta los detalles más cotidianos de sus compatriotas, sigue “vivito y coleando”, dirigiendo su propia sucesión, aunque no aparezca en público desde hace dos años.

Hay incluso diplomáticos y corresponsales veteranos que sostienen que el actual proceso de cambios lo planificó el propio Fidel Castro hace ya un lustro, con su proverbial capacidad para la estrategia, y que hoy se sigue su guión.

Como el régimen cubano es tan hermético como una caja negra de avión -que solo se abre cuando hay un accidente- es difícil saber quién tiene razón, en el caso de que alguna de esas versiones alternativas la tenga.

Entre diplomáticos, empresarios, corresponsales e intelectuales crece el debate sobre si hay un verdadero cambio, como defienden algunos líderes europeos, o todo es “cosmética”, como denuncia el vecino más cercano, los Estados Unidos, presidido por George W. Bush.

Respecto al sucesor de Bush, la mayoría opina que un triunfo de los demócratas favorecerá en Cuba a los sectores aperturistas y una victoria republicana apuntalará a los inmovilistas, pero que ese no será un factor crucial.

“Mientras ‘éste’ viva, el ‘otro’ no se atreverá a hacer todos los cambios que cree necesarios”, aseguró un analista suramericano.

“Éste” es el hermano mayor, que no aparece en público desde julio de 2006, por una enfermedad intestinal sobre la que no hay informes recientes, y el “otro” es su hermano menor, que lo reemplazó en la Presidencia en febrero pasado.

“Yo estoy esperanzado con Raúl. Creo que sabe que es necesario hacer cambios. Lo ha dicho. Ojalá pueda”, apuntó con prudencia un intelectual cubano que asegura que la mayoría de sus compatriotas confían en las reformas y las necesita.

Hasta ahora, las reformas se han limitado a que los cubanos ya pueden entrar en los hoteles -lo cual les garantiza la constitución pero les prohibía el régimen de hecho-, o comprar computadoras, teléfonos celulares y bicicletas eléctricas, todo ello para la minoría de cubanos que tienen divisas.

También hay cambios en el campo, para paliar la escasez de alimentos, y se espera que pronto los cubanos puedan viajar de un pueblo a otro o salir al exterior sin pedir permiso.

Entre tanto, una “bloguera” premiada en España, Yoani Sánchez, que ni siquiera se considera disidente, no pudo viajar esta semana a Madrid a recoger el galardón.

Y cuando cinco familiares de presos políticos, acompañadas de cinco amigas solidarias, intentaron en abril manifestarse pacíficamente en La Habana, les cayó el aparato estatal para disolverlas y repudiarlas. Aún así, en ciertos círculos extranjeros de La Habana y en capitales europeas muchos predican que los cambios deben apoyarse, porque pueden llevar eventualmente a una liberalización, mientras otros replican que son “bagatelas” que ofrece el único régimen comunista de América para mantener el poder.

 

 

 

 
 
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