14 de mayo de 2008       VOLVER AL INICIO
 
 

Judocas cubanos mantienen la amistad desde bandos opuestos

LINDA ROBERTSON

Israel Hernández tiene emociones encontradas. Vino a Miami para entrenar a atletas que se enfrentarían a sus ex compañeros del equipo cubano de judo. Pero también vino para estar con ellos, compartir algunas cervezas y recuerdos. Vino para derrotarlos y también para abrazarlos.

Hernández ha hecho las dos cosas. El viernes, su judoca Valerie Gotay derrotó a la campeona mundial cubana Yurileidys Lupetey y ganó la medalla de oro del Campeonato Panamericano de Judo.

El viernes por la noche Hernández, el entrenador cubano Justo Nodas y el judoca cubano Jordanis Arencibia salieron a pasear por la ciudad. Primero fueron a La Bodeguita del Medio --la versión miamense de la institución habanera-- y luego al Club Aché en Miami Beach. No hubo ninguna hostilidad. Hernández incluso le dio dinero y ropa a Nodas para que se le lleve a sus familiares en la isla.

"Cada vez que veo el equipo Cuba me encuentro con tantos viejos amigos que es como si tuviera que dividirme entre dos'', dijo Hernández, riendo. "Treinta minutos con uno y 30 minutos más con otros''.

Danieska Carrión siente emociones parecidas. Era estrella del equipo cubano de judo cuando desertó en el 2003 y hoy es entrenadora del equipo nacional que entrena en Colorado Springs. El primer día del campeonato el entrenador del equipo cubano le hizo a Carrión un regalo que la sorprendió: tres medallas de su época de gloria que había dejado en Cuba.

La amargura que escuchamos de algunos segmentos de la comunidad exilada de Miami no se sintió dentro del Knight Center. Las hipócritas y absolutistas denuncias llenas de odio no motivaron a los atletas ni afectaron su actuación.

El jueves hubo una pequeña protesta del grupo Vigilia Mambisa y el sábado unos pocos manifestantes enarbolaron banderas cubanas frente a la sede del evento. Fue un evento pacífico y Miami no ha tenido que avergonzarse como anfitrión, como sucedió n el pasado, como cuando los Van Van actuaron en la Miami Arena y los fanáticos recibieron una lluvia de latas de refresco, baterías y mil insultos. Tal vez se trate de una señal del futuro: diálogo en vez de diatribas. Tal vez los presidentes pueden aprender de los atletas, dejar a un lado 50 años de dolor y hablar.

Durante décadas los equipos de Cuba han evitado competir en Miami. Pero el equipo de judo, con la ayuda del director ejecutivo de la Federación de Judo de Estados Unidos, nacido en Cuba, José Rodríguez, hizo el viaje. Muchos de los espectadores eran cubanoamericanos que alentaban al poderoso equipo cubano.

Hernández y Carrión cambiaron los colores rojo, blanco y azul de su patria por el rojo, blanco y azul del país que sus maestros y su comandante en jefe Fidel Castro les enseñaron a odiar. El mensaje era terrible: Estados Unidos era la meca de la avaricia capitalista.

Hernández, de 38 años, creció en Santiago de Cuba y fue ocho veces campeón nacional, dos veces medallista olímpico de bronce, medallista mundial de plata y tres veces medallista panamericano. En 1999 se casó con la terapeuta puertorriqueña Marla Agosto y obtuvo la visa para salir de Cuba y establecerse en Puerto Rico en el 2000. La pareja tiene un hijo de dos años, Natsael. Hernández fue contratado como entrenador por la Federación de Judo de Estados Unidos en el 2005 para trabajar en Harlingen, Texas, a 20 minutos de la frontera con México. Se hizo ciudadano estadounidense en noviembre y entrenará al equipo nacional en las Olímpiadas de Pekín.

Hernández extraña a sus padres y a sus dos hermanas. Extraña también la brisa del Malecón. De igual modo, echa de menos la discoteca habanera Hola, Hola, "el único lugar donde nunca teníamos apagones'', dijo. Pero quería ayudar a su familia y trabajar de entrenador en Estados Unidos es una carrera donde gana más dinero que en Cuba.

"Todo el que se va de Cuba tiene una historia y también razones personales diferentes'', dijo Hernández. "Traidor es una palabra que forma parte de la vieja mentalidad. No rechazo a Cuba. Siempre la querré''.

Sus relaciones no afectan su trabajo.

"Separo las razones emocionales de las profesionales'', agregó. "Sólo quiero que mis atletas ganen''.

 

 

 

 
 
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