14 de mayo de 2008       VOLVER AL INICIO
 
 

Futbolistas cubanos luchan por alcanzar su sueño en Estados Unidos

MICHELLE KAUFMAN

Hace algunas semanas, un autobús Greyhound fue detenido en El Paso, Texas. Minutos después, la policía de Inmigración subió y comenzó a pedir identificación a los pasajeros.

Tres cubanos --Yenier Bermúdez, José Manuel Miranda y Yordany Alvarez-- se miraron con nerviosismo. No tenían pasaportes estadounidenses, no hablaban inglés y la experiencia les había enseñado a ponerse nerviosos antes un funcionario oficial.

Bermúdez buscó en su mochila y sacó varios recortes de periódico que llamó la atención de los policías.

"Ah, ustedes son los futbolistas cubanos que desertaron en Tampa'', exclamó uno de los policías, que resultó ser un fanático del deporte. "¡Bienvenidos a Estados Unidos!''

Los deportistas pensaron que los tiempos de vivir con miedo habían quedado atrás.

Han pasado dos meses desde que ellos y otros cuatro integrantes del equipo nacional juvenil de Cuba escaparon de un hotel de Tampa durante un torneo calificatorio para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Los tres terminaron en Lake Worth, bajo la tutela de un ex entrenador cubano que les permitió quedarse en su casa mientras trataban de decidir que hacer con su nueva vida.

Pero no ha sido fácil.

Los tres llegaron sin dinero ni planes, con pocas relaciones familiares y, lo más importante, sin garantía que pudieran ganar siquiera un centavo en el deporte profesional.

El autobús se dirigía a Los Angeles, donde los tres iban a probar suerte con dos equipos de la Major League Soccer: Galaxy de Los Angeles y Chivas USA. El Galaxy les echó un vistazo y los dejó marchar una semana después. De igual modo, intentaron llamar la atención del Chivas USA, pero después de dos días no los contrataron.

Otros dos futbolistas que desertaron el 11 de marzo --Loanni Prieto y Erlys García-- siguen en Miami y están entrenando con Selección Miami, un equipo semiprofesional que práctica por la noche varios días a la semana en la secundaria Monsignor Pace y juega los domingos.

Los otros dos, Eder Roldán y Yendry Díaz, desertaron por su cuenta al día siguiente y se han puesto en contacto con amigos de Tampa. Intentaron ganarse un puesto con el equipo Puerto Rico Islanders de las Ligas Unidas de Soccer pero, al no tener permiso de trabajo, siguen en el limbo.

Prieto y García comparten una habitación en casa de Lázaro Armenteros, en el noroeste de Miami. Armenteros es amigo de la familia de García del barrio habanero de Arroyo Naranjo.

"Llegué a este país hace sólo 4 años y tengo que mantener a mi esposa y a mis dos hijas, así que no tengo mucho que ofrecerles'', dijo Armenteros, que trabaja en compañía de suministros médicos. "Pero arreglé un cuarto para que estos amigos tuvieran un lugar donde dormir y comer hasta que puedan establecerse por sí mismos''.

Prieto dejó en Cuba a su novia y a una hija pequeña. Recientemente, en el segundo cumpleaños de la niña, lloró: "Me pasé todo el día pensando en las ganas que tenía de besar a mi hija. En los deseos que tenía de escucharla decir: ‘Te quiero, papi'. Sé que tenía que venir aquí donde puedo ser libre y tener una oportunidad para mejorar mi vida y la de mi familia''.

García, íntimo amigo de Prieto desde la infancia, dejó una hija de 3 meses y dijo que no le ve ningún futuro a menos que la pueda ayudar desde aquí. El y Prieto sabían que si uno desertaba el otro le seguiría los pasos.

"Sabíamos cuando estábamos en el carro por la carretera que habíamos dado un paso enorme que podría cambiar nuestro futuro y el de nuestras familias'', dijo García.

La madre de Prieto le dijo hace poco por teléfono que las autoridades cubanas la visitaron en su casa y trataron de confiscarle los medallas y trofeos que ganó cuando era miembro del equipo nacional, pero ella logró convencerlos de que no lo hicieran.

"Para ellos somos traidores, monstruos'', dijo Prieto. "Los entrenadores nos meten en la cabeza que Estados Unidos es algo horrible, que aquí es imposible triunfar, que la Mafia está aquí, que todo el mundo es violento, que nadie nos iba a hablar. Ahora comprendemos que todo era mentira. Toda la gente que hemos conocido nos ha extendido la mano, nos ha dado consejos, nos ha deseado lo mejor. Pero somos nosotros los que tenemos que trabajar duro''.

Un amigo ayudó a Bermúdez, Miranda y Alvarez a tomar una prueba en Los Angeles. No tenían dinero ni identificación para tomar un avión, así que compraron pasajes de ida en autobús. Llegaron a las 5 a.m. de un lunes, desayunaron y se dirigieron directamente a la sede del Galaxy, donde se sintieron felices de estar en el mismo terreno de práctica con David Beckham y la estrella estadounidense del equipo, Landon Donovan. En Cuba, Miranda, el portero, tenía fotos de Beckham en su habitación.

"Ni en un millón de años me imaginé que estaría jugando con Beckham algún día'', dijo Miranda.

Estaba nerviosos y exhaustos cuando salieron al terreno. "En Cuba nos habían dicho que nunca podríamos llegar a profesionales aquí, que el nivel era demasiado alto. Y en los primeros días creo que estábamos inseguros, así que no jugamos tan bien como hubiéramos podido. Pero luego nos dimos cuenta de que estábamos en el mismo nivel que muchos de esos jugadores'', dijo Bermúdez.

Donovan tomó particular interés en los tres cubanos. Tiene vívidos recuerdos de haber ido a Alemania cuando tenía 17 años decidido a ser un futbolista profesional y sabe lo que es sentirse perdido, atemorizado e inseguro. Quizás por eso se acercó a los cubanos durante el entrenamiento. Y los cubanos dicen que eso los impresionó.

"Vi el juego de los cubanos contra Estados Unidos'', dijo Donovan. "Recuerdo sus rostros y, para mí, es asombroso el valor que han tenido. Parece un cliché, pero nosotros creemos que lo tenemos todo y luego vemos a esta gente, dejándolo todo atrás por la simple posibilidad de una vida mejor... ¿Cómo no respetarlos?

Aunque ninguno de los tres hizo el Galaxy o Chivas USA, Donovan estaba impresionado por sus facultades. "No parecían fuera de lugar en lo más mínimo'', dijo. "Es duro porque llegan cuando todos las plazas están cubiertas, pero si tienen paciencia y siguen trabajando tenemos la esperanza de que les den una oportunidad en alguna parte''.

Por ahora todo lo que pueden hacer es esperar. Los jugadores estaban aquí con una visa de tres meses y ahora tienen que solicitar la libertad condicional y el permiso de trabajo antes de poder trabajar. Miami FC, el club USL local, no los someterá a prueba hasta que tengan sus papeles en orden.

"Definitivamente estamos interesados en ver a estos muchachos'', dijo Luiz Muzzi, gerente general de Miami FC. "Miami es el lugar natural para que un atleta cubano juegue, pero tiene que ser el jugador debido en las circunstancias apropiadas''.

Mientras tanto, Bermúdez, Miranda y Alvarez practican con los L.A Blues, un equipo semiprofesional que ha recibido a otros desertores cubanos.

Uno de ellos, Maykel Galindo, que escapó de un hotel de Seattle durante la Copa de Oro del 2005, está ganando $79,000 anuales como abridor en el Chivas USA.

Lester More y Osvaldo Alonso, que desertaron durante la Copa de Oro en Houston, están jugando para la Charleston Battery de la United Soccer League.

Aunque los siete desertores están en tres ciudades y se han quitado el uniforme del equipo nacional cubano, se mantienen en contacto y tratan de darse ánimo cuando la situación parece particularmente angustiosa.

El 13 de abril fue uno de esos momentos. El hermano de Armenteros regresó de un viaje a Cuba con cartas de las madres de García y Prieto y videos de sus hermanas menores. Armenteros exhortó a los jugadores a cenar antes de abrir sus paquetes pero no pudieron esperar. Fueron a sus habitaciones, cerraron la puerta, leyeron las cartas, vieron los videos y lloraron.

Pese a varios intentos por llevarlos a comer, los viejos amigos apagaron las luces y se acostaron sin comer.

 

 

 

 

 
 
CubaNet no se responsabiliza por el contenido de las páginas externas