13 de mayo de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 
CRÓNICA
 

Día de las madres sandunguero 


Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, mayo (ww.cubanet.org) – Decía el Generalísimo Máximo Gómez que los cubanos, o no llegamos, o nos pasamos. Pero cuando de las autoridades de la Isla se trata, la máxima de Máximo se quedó corta.

El pasado domingo, Día de las Madres, los cubanos (como siempre) fueron al cementerio a recordar a sus seres queridos. En la necrópolis de Colón se organizó una fiesta popular justo en la entrada, algo sin precedentes en Cuba, donde nunca ha sido habitual armar cumbiamba para recordar a las madres difuntas.

En decenas de kioscos improvisados se vendía pan con lechón, cake, pizza, refrescos, cerveza, ron. Nadie se opone a la pachanga, pero algunos visitantes que acudían tanto al cementerio a visitar las tumbas de sus familiares, los que asistían a la parranda, observaron lo descabellado de realizarla en ese lugar y señalaron que cada cosa tiene su momento y lugar. 

Casi en la puerta del cementerio se colocó un cartel alusivo a la celebración: ¡La unidad gastronómica de 13 y 14 le desea un feliz día de las madres!

Los asistentes al cementerio debieron soportar que su visita fuera amenizada  con música amplificada a través de un sistema de altoparlantes. Semejante desatino generó varios espectáculos indeseados, protagonizados por borrachos, enajenados mentales y familiares que acudían al cementerio.

La Policía Nacional Revolucionaria (PNR) cerró al tráfico las calles aledañas y desvió de su ruta a los ómnibus urbanos que pasan cerca del lugar, como los de la ruta 27. Cientos de personas se vieron obligadas, mientras protestaban, a andar a pie varias cuadras loma arriba. Como ya es habitual también la PNR montó un desproporcionado operativo en torno a la actividad, con efectivos uniformados y de civil.

Algo positivo fue la abundancia de flores y la variedad de los precios, lo que se debió a que campesinos y vendedores particulares vendieran sus productos de forma directa a los compradores.

Como ocurre tradicionalmente, la necrópolis Cristóbal Colón se colmó de visitantes desde horas tempranas. La cantidad de personas superó las cifras de años precedentes. Uno de los asistentes expresó:

-Esto es algo bueno, porque el concepto de familia está recobrándose.

Algunas de las familias de visita en el cementerio se quejaron del estado de deterioro en que se encuentran la mayoría de los 50 mil panteones de este Monumento Nacional debido a los constantes saqueos, los actos vandálicos, las inclemencias del tiempo y sobre todo, el abandono institucional.

El gobierno, a su llegada al poder en 1959, despojó a la Iglesia de la administración del cementerio, y sólo se pueden hacer reparaciones bajo estrictos permisos, porque el sitio fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

La capilla católica, que marca el punto central del campo santo, no daba abasto a pesar del inconveniente de encontrarse en proceso de reparación por una brigada especializada de restauración de la empresa Puerto Carenas; perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal.  Aún en horarios de la tarde la aglomeración continuaba, por lo que las puertas del cementerio permanecieron abiertas más allá del horario establecido.

 

 

 

 
 
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