12 de mayo de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 
CRÓNICA
 

Un modelo fracasado

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) – Los problemas de la producción porcina de la provincia Pinar del Río ponen de relieve la inviabilidad del modelo económico cubano, algo que todos conocemos pero que el gobierno se empecina en ignorar.

Sendos reportajes publicados por el rotativo Granma en los meses de febrero y abril del presente año analizan exhaustivamente lo relacionado con la cría de cerdos y la distribución y venta de su carne  en la provincia más occidental de Cuba.

En 2008 podría duplicarse la producción porcina con respecto a 1990, que fue el año más exitoso en la región, según el primer reportaje del mes de febrero. El periodista atribuye tal milagro productivo a las palabras del Comandante cuando exhortó al pueblo a auto abastecerse de carne de puerco.

Según el periodista, “la producción se había convertido en un problema para Pinar del Río” porque  las entidades encargadas de transportar y distribuir el producto no respondían adecuadamente y los mataderos y fábricas procesadoras estaban al tope de su capacidad.

Cualquiera que lea esta crónica pensaría que con tanta producción de carne de cerdo, los pinareños deberían estar pagando precios más bajos por el producto. Pero no es así porque, como bien apunta  Granma: “La decisión de bajar el precio de venta a la población sólo puede autorizarse a escala central”.

El asunto se pone más interesante cuando el mismo periodista, un mes después, en otro artículo parece constatar que su primer reportaje había causado efecto y que las entidades estatales dedicadas a la transportación y distribución de carne de cerdo estaban  ahora funcionando satisfactoriamente. En consecuencia, los obstáculos que entorpecían la producción habían disminuido notablemente, aunque no del todo, pues según reconoce el comunicador, “todavía quedan personas que desean vender sus rebaños sin poder hacerlo. Algunos centros de acopio trabajan por listas”.

El precio de la carne de cerdo no ha bajado y pese a que, según Granma, hay mucha carne, esta no acaba de llegar a los calderos de los compatriotas de Pinar del Río. Los consumidores no acuden a las carnicerías del estado y optan por comprar el producto a vendedores furtivos que lo ofrecen a más bajo precio, los atienden mejor y roban “un poquito menos” en el pesaje.

Los precios, que fluctúan automáticamente según las leyes de  la oferta y la demanda en una economía de libre mercado, aquí dependen de una compleja burocracia estatal y de un entramado de disposiciones y organismos. Esto, a pesar de que supuestamente el propósito de la economía marxista es “satisfacer las necesidades siempre crecientes del pueblo”.

El propio periodista de Granma parece intuir esta realidad cuando remata su reportaje con la siguiente frase: “Mientras todas las cuentas no queden claras, el aumento de la producción porcina continuará pareciendo una contradicción”.

En mi opinión los pinareños no podrán “chocar con la fibra” como Dios manda, mientras  prevalezca  el modelo económico vigente.

 

 

 

 
 
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