6 de mayo de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 
CRÓNICA
 

Un anciano peligroso y mercenario

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) -  Efectivos de la policía política hostigaron a un opositor de 80 años en su propia vivienda para evitar que el anciano les empañara los festejos por el 1ro de mayo.

Alfredo Guilleuma Rodríguez se ha convertido en un “peligro” para las autoridades del régimen. Tanto es así que las mismas decidieron el Día de los Trabajadores colocar en la puerta de su vivienda a dos policías y un miembro del Comité de Defensa de la Revolución (CDR), con el objetivo de impedirle salir de su vivienda.

Según le comunicaron, no podría salir mientras se estuviera efectuando el desfile. A pesar de las amenazas el anciano no se amedrentó porque necesitaba salir a buscar algo para darle de desayunar a su nieto. Después de un intercambio de palabras, en el cual fue tildado de mercenario, las autoridades se limitaron a seguirle a donde se dirigía. Anteriormente ya el jefe del sector policial (PNR) le había advertido que no le iba a permitir moverse.

Alfredo Guilleuma Rodriguez en su casa de La Habana / Foto del autor

 

 

Haga click en la foto para ampliar

Alfredo-Guilleuma-Rodriguez-en-su-casa-de-La-Habana

¿Por qué se ensañan con este abuelo que hasta necesita de un bastón para desplazarse? Guilleuma Rodríguez ha pasado su vida luchando contra todas las tiranías y como un verdadero revolucionario. Contra Machado, luego contra Batista y ahora contra los que mandan en Cuba.

Antes de la llegada al poder de Fidel Castro, Guilleuma perteneció al Directorio Revolucionario 13 de Marzo, al Movimiento Triple A del Partido Auténtico dirigido por Aureliano Sánchez Arango y el Doctor Carlos Prío Socarrás. Más tarde se enroló en el Movimiento 26 de julio. Casi pierde la vida en varias ocasiones, sobre todo luego del primer atentado fallido al dictador Fulgencio Batista, en 5ta Avenida. Dos traidores delataron que las armas estaban escondidas en una posada del barrio Caballo Blanco, y el tirano, advertido, se desvió de su ruta habitual. Los amigos de Guilleuma eran por aquel entonces Julián Ortega Espinosa, Osvaldo Díaz Fuentes, Abelardo Rodríguez Melero, el Gallego Lavandero (Comandante de la Guerra Civil Española), Arístides Viera (Mengolo), Sergio González (El Curita), los hermanos Montalvo y Machaco Amejeiras. Por un contratiempo no participó en el asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957, pues no pudo participar en la fuga de la prisión donde muere Lavandero. Estuvo preso en el Castillo del Príncipe, en el Buró de Inteligencia (BI), en la 17 estación del barrio Mariano y en la novena estación policial que dirigía Esteban Ventura.

Después de 1959 escogió ser un simple camarero del hotel Riviera. En 1990 el viejo Alfredo se retiró de la vida laboral y ahí comenzó su odisea.

-Venía luchando –dice- contra las contradicciones del sistema político impuesto al país, pero ya para entonces esas contradicciones eran insalvables y se agudizaban cada día más.

Poco a poco se fue convirtiendo en un disidente y más tarde en un opositor. Ya a sus años dice no tener nada que perder; tan solo quisiera que sus hijos y su nieto no tuvieran que doblegarse ante ninguna tiranía.

Se integró en el Movimiento Liberal Cubano (MLC) que dirigía Pedro Ordoñez; hoy en el exilio. Se enfrentó a los testaferros del régimen para conmemorar el Día Internacional de los Derechos Humanos, en el parque Villalón, en 2007, y luego en  2008; ocasiones en que fue detenido. Luego apoyó a las Damas de Blanco. Han intentado hacerle varios actos de repudio, pero ya la mayoría de los vecinos no se presta para esas cosas. La policía política le propuso una plaza laboral ayudando a empacar en una tienda de venta en divisas que queda frente a su casa; trabajo por el cual le pagarían unos 20 pesos convertibles al mes, más la propina, y le mantendrían la pensión. Esto, a cambio de que renunciara a sus actividades opositoras.

A Alfredo Guilleuma lo tildan de “mercenario a sueldo de los yanquis” por defender los derechos civiles de los cubanos y sus sueños de justicia social. El anciano de espíritu joven, supuestamente mercenario, vive en extrema pobreza, en un cuarto que incluye su baño, su cocina y una barbacoa, en un destartalado edificio de Vedado. Sus únicos ingresos son los 202 pesos de su pensión de jubilado. Por la compra a crédito de su refrigerador, el único utensilio de “lujo” en su hogar, debe pagar al banco 57 pesos, a lo que se suma el incremento de la cuenta de la electricidad y otros servicios que ha de solventar. Al final no le alcanza ni para comer y vestirse.

Para colmo, está encargado de la crianza de su nieto, pues a su hijo lo amenazan con meterlo en la cárcel por el delito de “peligrosidad social”, por no trabajar para el Estado.

Haga click aquí para inglés

 

 

 

 
 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.