Van Van en Miami Arena

Aleaga Pesant

GUANTÁNAMO, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - El autobús de la empresa Astro rodaba por la autopista rumbo al oriente de la isla, repleto de pasajeros.  En su sistema interno de video pasaron unos spots realizados por la empresa sobre el cuidado del ómnibus y con instrucciones para los viajeros.

Sin sorpresas, luego de la publicidad, pasaron un documental de la orquesta Van Van, en un concierto en vivo. En el mismo se veían personas eufóricas, cantando y bailando. Es normal cuando estos músicos excepcionales se presentan en público.

Sin contar las expresiones racistas del cantante Mario Rivera, el video no tenía nada excepcional para un autobús público dentro de la isla.  A no ser porque   el concierto  se celebraba en Miami, durante los festejos por el aniversario 30 de la fundación de la orquesta.

Al fin los cubanos podían ver a una de sus agrupaciones musicales preferida en el escenario de la discordia, Miami, la capital del exilio cubano.

A diferencia de las historias narradas por Juan Formell y la propaganda oficial tratando de minimizar el concierto y su trascendencia cultural, con referencias constantes y desatinadas a los grupos opuestos a la presencia de la orquesta en la “ciudad del sol”, la cubanía y el gozo cultural de los allí reunidos trasmitía un sentimiento de unidad entre los presentes en el concierto y los viajantes del autobús.

El gracejo de los intérpretes, las intervenciones del público joven y maduro.  El baile de casino y el sandungueo en la pista, los coros del auditorio apoyando las canciones de Pedrito Calvo y Mario Rivera, la apropiación del ritmo a través del piano de Pupy Pedroso, o la paila de Changuito, el inconfundible y constante bajo de Formell, más el sonido de los instrumentos de viento, trasmitían alegría e identidad.

La constante referencia a la tierra amada por los cantantes era aclamada por un público que a través de la música vibraba por la patria.