Crónica          
26 de marzo de 2008

Mirarse  por  dentro

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) -  The New York Times arrima sus brasas  a la Casa Blanca. No hay ánimos incendiarios en las coberturas de un staff de reporteros que hacen una sorprendente combinación de tinta y objetividad.
       
Entre sus fines resalta la pasión por alumbrar todo el espectro noticioso sin las distracciones preconcebidas, ni otras ligerezas del espíritu. Allí se informa y opina mirando al objetivo a boca de jarro. Por eso el margen de error es mínimo.
      
Luz y cercanía bastan para que el lector viaje con pasaje de primera alrededor del universo. Desde la órbita del diario newyorkino es posible captar, nítidamente, la tragedia sudanesa en Darfur, el revés de la derecha francesa en las elecciones municipales, los últimos dislates de Hugo Chávez, los episodios entre el gobierno de Álvaro Uribe y las FARC y una vista panorámica de la brutal represión de la policía china contra la población del Tibet.
       
En palabras se refleja una película de acontecimientos que dan las coordenadas para llegar a las riberas de la verdad. No pretendo ser abogado defensor de The New York Times, sólo me limito a poner en perspectiva los aportes del periódico a los balances inherentes a un estado de derecho.
       
El perfil crítico del cual hace gala el rotativo no es una herramienta exclusiva para desmontar los problemas allende las fronteras. También se utilizan en el difícil arte de mirar hacia dentro y poner en mayúsculas los problemas que preocupan a la sociedad norteamericana.
        
Bajo el escrutinio de la prensa permanece la conflictividad de la inmigración ilegal, se publican serios cuestionamientos a las políticas oficiales, se ofrecen detalles de los escándalos morales o éticos sin importar el rango del afectado.
         
Regularmente el periódico Granma (órgano oficial del Partido Comunista de Cuba) se sirve de las críticas publicadas en el Times sobre algún asunto relacionado con el funcionamiento del sistema estadounidense.
          
“La guerra desatada contra Irak cuesta casi 5000 dólares por cada segundo, mientas sigue sin aparecer un plan para salir de allí en los próximos años”. Ese recado llega a La Habana desde Nueva York. Un servicio gratuito para engrasar la maquinaria que produce el elixir antinorteamericano.  
           
¿Cuánto ha gastado el régimen cubano en las llamadas guerras de liberación libradas en África, Asia y América Latina durante más de 30 años?
          
 ¿Cuándo la opinión pública nacional podrá ver publicado el número exacto de la población penal que, según estimados de observadores independientes, bordea el 1 % de los 11 millones de habitantes?
            
¿Hasta cuando habrá que esperar por una exposición real y abarcadora de las pifias y excesos de los principales exponentes del poder absoluto?
               
Es necesaria una mirada profunda hacia el interior de lo que se ha denominado socialismo. Sería una buena imitación  al New York Times y no la burda tarea de entresacar entre sus páginas lo más útil para la manipulación y el mantenimiento de un proyecto con ansias de perpetuarse en el reino del absurdo.
             
¿Dejará de ser el Granma parte de los insumos sanitarios en los baños de los cubanos después de leídas la página deportiva y la cartelera de televisión?

 

 
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