Crónica          
17 de marzo de 2008

Un santuario entre montañas
 
Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - El Cobre, a veinte kilómetros de Santiago de Cuba, parece el lienzo de un pueblo fantasmal, rodeado de montañas azules y valles que resplandecen bajo el sol. Al recorrer su calzada y sus calles laterales pudiéramos adentrarnos en alguna de esas montañas que se pierden en el bosque.

El bosque y las montañas protegen y acrecientan el santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, situado en una iglesia monumental que desafía el entorno paisajístico desde la colina más alta, lo cual acentúa nuestra pequeñez humana, pero propicia la reflexión y los rezos de los peregrinos de todas las provincias de la nación.

La Virgen del Cobre es una de las representaciones que los cristianos hicieron de María, la madre de Jesucristo. La misma es fuente de reconciliación, integración y liberación de los cubanos; por lo que es venerada como Virgen Milagrosa, Virgen de la Merced, de Regla y de la Asunción. En Nicaragua es la Purísima Patrona; en México se le denomina Virgen de Guadalupe; en Francia es la Virgen de Lourdes, y en Portugal la Virgen de Fátima.

Cuentan que esa representación la encontraron tres mineros en la norteña bahía de Nipe, alrededor de 1606 y 1612. Fue trasladada al Cobre desde el Hato de Baraguá por orden de Francisco Sánchez de Moya, administrador de las minas. El Padre Francisco de Gonilla estuvo a cargo de la procesión.

Al Padre Onofre de Fonseca, primer capellán, se le atribuye la construcción del viejo santuario de las minas, donde permaneció la imagen de la Virgen de la Caridad hasta el desplome del edificio, en 1906.

La historia y la leyenda convergen en ese rincón de la isla. Ante la imagen sagrada se leyó, el 19 de marzo de 1801, la Cédula de Libertad de los esclavos sublevados en las minas de El Cobre. Allí oró y presentó sus armas, en noviembre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes, iniciador de las luchas independentistas. Décadas después, el 8 de septiembre de 1898, Calixto García ordenó al general Agustín Cebreco celebrar el triunfo del Ejército libertador en una misa solemne ante la Virgen.

Ya en la República, el 24 de septiembre de 1915, los veteranos de la guerra presentaron su bandera a la Virgen y pidieron al Papa Benedicto VI que la proclamara Patrona de Cuba, lo cual tuvo lugar el 19 de mayo del año siguiente.

El Santuario de El Cobre, reinaugurado el 8 de septiembre de 1927, fue proclamado como basílica menor por el Papa Pablo VII, el 30 de diciembre de 1977.
Veinte años después, el 24 de enero de 1998, la imagen de la Virgen tuvo su esplendor al ser trasladada a la Plaza “Antonio Maceo” de Santiago de Cuba. Ante ella presidió la Santa misa el Papa Juan Pablo II, quien puso sobre su cabeza una corona, y un rosario en su brazo.

El valor simbólico, cultural y religioso de este santuario trasciende la actividad de un poblado venido a menos con el cese de la extracción de minerales. El Cobre sigue siendo un lugar de peregrinaje incesante. Los vendedores que asedian a los turistas hablan de los milagros de la Virgen, mientras ofrecen reproducciones de su imagen en diversos tamaños, junto a flores amarillas, piedras del lugar y otros amuletos.

Al abandonar el santuario rodeado de montañas, los peregrinos sentimos  nostalgia por ese ambiente de paz y reconciliación. El Cobre viaja en nuestras mochilas como un tapiz que entreteje la esperanza. 

 
 
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