Crónica          
14 de marzo de 2008

¿Tanques en la calle?

Juan González Febles

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Entre 1992 y 1994, estuvimos a un tilín de ser libres. Esa fue la buena noticia. La mala, que estuvimos a otro tilín de enfrentar a los tanques del ejército en las calles. Todo quedó en enfrentamientos incruentos con paramilitares y elemento lumpen, traído desde zonas del interior en aquel célebre ‘Maleconazo’ de 1994.

La causa para todo ese embrollo fue, según las versiones oficiales, la caída de la Unión Soviética. Nunca dijeron al pueblo que la causa real de todo fue que la economía cubana en aquel momento era completamente dependiente.

Carlos, un parqueador estatal afirma que aquel fue el tiempo de las palanganas y la “televisión de afuera, como ahora”, en  alusión a las empresas clandestinas de televisión por cable.

Las autoridades ocultaron que durante más de treinta años apenas desarrollaron las fuerzas productivas. Pero quien pagó por sus errores y sigue hundido en el mismo estercolero es el pueblo de Cuba. Una trabajadora del Ministerio de Relaciones Exteriores dijo que cuando el gobierno se vio en aprietos, permitió una apertura económica y el establecimiento de negocios particulares. “Les hacía falta y lo permitieron, pero sólo hasta que volvieron a sentirse fuertes. Ahora, aunque los pongan –dice-, nadie cree en ellos”.

Al cabo de entre quince y trece años, volvemos al mismo punto. La economía de Cuba se mantiene dependiente. Durante este tiempo la gerontocracia gobernante decidió cerrar filas y se agenció otra fuente de financiamiento, esta vez Venezuela, a través de su caudillo Hugo Chávez Frías.

La lógica política indica que la estrella de Hugo Chávez comenzó a declinar. Se acerca el momento de salir con rumbo a Europa. Con las maletas llenas de petrodólares o con el ajuar de los procesados con rumbo a La Haya. No creo que para cuando ese momento llegue, alguien tenga objeciones en dejar a Chávez disfrutar de sus “ganancias” en paz, si a fin de cuentas se larga en paz.

Fuera de sus payasadas y algún pecadillo que se podrá lavar con unos milloncitos, más o menos. Chávez no ha matado a nadie. Sólo ha hecho el ridículo y en ocasiones ha hecho reír. Forma parte de un folclor con acento común en Latinoamérica. No se persigue a quien hace el ridículo y hace reír.

Entonces los que quedarían colgados de la brocha serían nuestros vejestorios. Como no son tontos, ya comenzaron a firmar pactos que tendrán que cumplir, con trampas más, trampas menos. Los pactos implican en plazos cortos o quizás largos, el reconocimiento tácito de una oposición interna y de actores civiles independientes. Pero hay más.

Una joven doctora nombrada Reina, desde un taxi por cuenta propia, de los conocidos como almendrones, dice: “La gente se cansó. No se trata de comida o de un poco más o menos de dinero. Es un problema de garantías y de permitir que el cubano viva como las personas. Es muy triste que un carpintero canadiense tenga más oportunidades en Cuba que yo, que soy médica. Que no pueda pasar mis vacaciones con mi familia en un hotel o una playa hermosa, porque son para extranjeros. Que no me permitan tan siquiera ver el programa que deseo en la televisión. Que no me permitan ver en Internet temas que no se correspondan con la medicina. Lo hacen sentir a uno que es una persona de segunda. No se trata de comida o de dinero. Es algo más”.

A los que se preguntan y dudan, vale recordarles que la alternativa será apertura, o los tanques en la calle. Ciertamente, el pueblo de Cuba no resistiría otro “periodo especial en tiempo de paz”, con condiciones tan siquiera parecidas a las que se sufrieron en Cuba entre 1990 y 1994. ¡De eso ni hablar!

La falta de liquidez económica y el carácter dependiente de la economía, colocarán al gobierno a merced de lo que decidan pedir los europeos, y de forma indirecta, los americanos. Así de sencillo. Una vez que Hugo Chávez sea obligado por el peso de sus errores a abandonar el poder, la familia Castro lo perderá todo.

Entonces, sólo queda esperar que la élite de gobierno actúe con sabiduría y haga dejación de la soberbia criminal que ha presidido sus actos de gobierno hasta este momento. De no ser así, el próximo paso será, en ausencia de Chávez, los tanques en la calle. Quedan algunas dudas que despejar: ¿Cuál será la conducta de los altos mandos militares? ¿Hasta qué punto se creerán en el momento oportuno, aquello del pueblo uniformado?

Las respuestas tendrán que esperar por el momento oportuno. Los militares viven aterrados por la Contra Inteligencia Militar (CIM). Esto les hace muy herméticos. Mientras, la paciencia del pueblo parece llegar a su fin y tanto el presidente como su infaltable consejero, piden más tiempo. Algo que todo parece indicar que no tienen, porque nadie confía para darles.

 

 
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