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13 de marzo de 2008

Cambios en la política exterior cubana

NICOLAS PEREZ DIEZ ARGÜELLES

En Cuba, últimamente no se ha movido una hoja ni en lo político ni en lo económico. Y es que el máximo líder, que hace varias semanas lleno de altruismo renunció al poder para darles paso a las futuras generaciones, hoy es el escribidor más prolífico del Caribe, y tiene a Mario Vargas Llosa y a Gabriel García Márquez en el extranjero pálidos de envidia, y a Raúl Castro y al resto del búnker quietos en base en La Habana, porque Fidel se muere, pero tan lentamente que casi no se está muriendo, y mientras más cerca de la eternidad se encuentra, más se multiplican sus órdenes y ucases a diestra y siniestra. Ya no atormenta nuestros oídos desde un micrófono, pero insulta groseramente nuestro sentido de la vista desde el periódico Granma, donde esta semana lleva publicados nada menos que la salvajada de cinco artículos de opinión, con lo cual ya tiene a todo el mundo hasta los mismísimos tarros.

Me pregunto: ¿qué dirán fuera de Cuba las personas pensantes, las que cargan con la dudosa suerte de tener una cantidad razonable de masa encefálica sobre este monstruoso ego encarnado en un hombre con toda la autoridad del mundo sobre hombres y haciendas? Incluso los izquierdistas de tomo y lomo que pertenecen a este grupo, los fray Betto, los Ramonet, ¿qué murmurarán por los rincones o frente al silencio cómplice del espejo del cuarto de baño por las mañanas cuando se afeitan?

Aunque en realidad no todo ha sido inmovilismo. Ha habido cambios en el mundillo de las relaciones exteriores. Del lobo un pelo. Cuba ha firmado dos acuerdos sobre derechos humanos. Estos textos son el Convenio Internacional para los Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Convenio para los Derechos Civiles y Políticos de la ONU. Muy cierto que son firmas con tinta invisible sobre acuerdos simplemente formales, de talante tibio, de forma y no de fondo, pero como en la película What About Bob?, de Bill Murray, puede ser que el gobierno de Cuba intente vencer el enorme miedo que siente frente a la libertad con la tesis de acercarse a ella, como los niños recién nacidos a los retos que les presenta la vida, step by step, paso a paso, poco a poco.

Pero la más interesante de las transformaciones de Cuba en política exterior ha sido el bajo perfil que ha desarrollado en el último conflicto cuatripartito Colombia-Ecuador-Venezuela-Nicaragua, que aparentemente se resolvió dicen unos, o se dilató su desenlace dicen otros, en la Cumbre del Grupo de Río en Santo Domingo la semana pasada. Aunque ya no es posible negar una positiva realidad, los sueños faraónicos de dominio continental que durante cinco décadas torturaron la conciencia de Fidel Castro, a su hermano Raúl le importan un bledo.

Es un secreto a voces que desde hace mucho tiempo el gobierno de Cuba está siendo un intermediario positivo y ha ofrecido su territorio para mantener conversaciones de paz entre el gobierno de Alvaro Uribe y el grupo guerrillero procastrista Ejército de Liberación Nacional.

Tampoco hay la más mínima posibilidad de que Cuba intervenga en el conflicto colombiano. Según me contó Camilo Gómez Alzate, comisionado de Paz de Andrés Pastrana, que dirigió las conversaciones para lograr el fin de la guerra durante el despeje del Caguán, en una reunión de mandatarios latinoamericanos en Isla Margarita fue testigo de que Fidel Castro le envió una carta pidiéndole a Manuel Marulanda, alias Tirofijo, que como un favor personal soltara a un militar prisionero cuyo hijo padecía de un cáncer terminal y deseaba ver a su padre antes de morir. Marulanda no le hizo el menor caso al dictador cubano y, desde entonces, las relaciones FARC-La Habana se enfriaron notablemente. Y siguen frías. Tampoco las relaciones Raúl Castro-Hugo Chávez son las mejores. Hugo acaba de visitar Cuba con Piedad Córdoba y Yolanda Pulecio, madre de Ingrid Betancourt, pero ese gesto es para la galería. La política es como el escote de una mujer hermosa, lo importante no es lo que muestra, sino lo que oculta. En la famosa computadora de Raúl Reyes capturada por el ejército colombiano en la frontera con Ecuador, y que ha hablado tanto que en cualquier momento hay que darle par de bofetadas para que se calle la boca, en un correo que Iván Márquez y Ricardo Granda le envían a Manuel Marulanda se indica que al parecer Chávez ha mantenido a los cubanos alejados de los contactos con las FARC. Esto denota una sola cosa, desconfianza.

Con lo anterior se concluye que desde el punto de vista diplomático sería el momento ideal para que Washington se acercase a La Habana, pero no puede hacerlo. La política exterior de esta nación sigue cautiva por un exilio cubano disciplinado y tenaz que puede influir e incluso decidir las futuras elecciones presidenciales norteamericanas. Y con estos truenos, el político yanqui no duerme.

nicop32000@yahoo.com

 

 
 
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