Crónica          
13 de marzo de 2008

Cuba y la Unión Europea

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - El régimen cubano juega la carta de la Unión Europea para mostrar una imagen de moderación y aceptación de los derechos humanos. Al acudir a una cita en la capital cubana, el comisario Louis Michel cumple con la misión de desempeñar el rol de abogado del diablo ante la Comisión Europea.


Cuba es el único país latinoamericano que no goza de los beneficios de un Acuerdo Marco de Cooperación con la UE. La causa es la posición del gobierno cubano de no aceptar condicionamientos como la apertura en lo que se refiere a derechos humanos y elecciones libres.
No es difícil deducir que el recién estrenado Consejo de Estado complementa, con la visita del alto funcionario, el contacto con el jefe de la diplomacia vaticana. Así,  se anota un punto la diplomacia cubana y otro el canciller, por su labor de crear lazos de cordialidad aparentes.

Sostenida por intereses económicos más que por concordancias políticas, la relación Cuba – UE no deja más expectativa que la posibilidad de que el gobierno cubano realice  ciertos “gestos”, como el de excarcelar (como sucedió recientemente) a cuatro presos de conciencia. Mientras, dentro del territorio nacional, mantiene una férrea línea de represión particularizada en algunos grupos de ciudadanos que no cejan en pedir desde cambios profundos hasta la liberación de los presos políticos.

Existe una justa preocupación mundial por la suerte de los rehenes de la guerrilla colombianas, quienes languidecen en cárceles vegetales. Al mismo tiempo y desde hace 5 años, en Cuba hay más de 50 presos de conciencia, además de dos centenares y medio de presos políticos y varios cientos de personas a las que se les impide salir del país definitivamente y viven en un limbo. El mismísimo Vaticano resolvió que ese espacio divino quedaba cerrado por reparación.

Es imprescindible volver a insistir sobre  la situación de los presos de conciencia cubanos. La única causa de esos encierros ha sido expresar   libremente sus ideas.
En lo particular, la transgresión cometida a los ojos del régimen cubano es la que ahora mismo realizo: escribir en pro del respeto a los derechos humanos, reflejar la realidad de Cuba, plasmar en blanco y negro lo que las personas dicen en la calle y en sus reuniones íntimas; expresar lo que la prensa oficial enmascara o no revela.

Dentro de pocos días, los presos de conciencia encarcelados y juzgados en marzo de 2003 cumplirán cinco años de injusta reclusión. En las acusaciones fiscales hallamos causales como la posesión de un radio de onda corta, asistir a sesiones de videoconferencias sobre periodismo, navegar por Internet dos horas semanales en un centro de información abierto en una sede diplomática, tener una máquina de escribir en su casa, papeles, bolígrafos, útiles de oficina, escribir sobre la situación económica cubana y publicar en  un sitio Web, y  visitar una sede diplomática.   

Hace unos días un grupo de personas fue reprimido y golpeado por una turba de militantes del régimen. Esas personas fueron detenidas por agentes de la policía política durante varias horas por repartir en una céntrica calle habanera plegables impresos con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El hecho se produjo algunas horas después de la firma de los Pactos de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y  los de Derechos Civiles y Políticos por el gobierno cubano. 

Ante estas realidades no queda más remedio que la estupefacción por la indiferencia a esta triste suerte de parte de los visitantes que se apresuran y regodean al proclamar el placer de saludar a sus anfitriones oficiales cubanos.

¿Vale la pena que un Comisario de la Unión Europea gaste su tiempo en conversar con gobernantes que desprecian los principios más naturales del ser humano y que la UE dice defender?

La carta que el gobierno cubano pretende jugar  está en mano de un adlátere del propio lado de la mesa;  más aún, los dirigentes cubanos no han mostrado la que esconden bajo la manga. Esa la conocemos de sobra por aquí: más cerrazón, más control, más represión.

 

 
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