Crónica          
11 de marzo de 2008

Efemérides ignorada


Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) – Una fecha histórica que no debiera ser ignorada es el 12 de marzo de 1962. Ese día entró en vigor la Libreta de Control de Venta para los Productos Alimenticios, conocida popularmente como “la libreta de la bodega”.
Algunos, que presumen de elegantes, se empeñan en llamarla Cartilla de Racionamiento, a la manera de otros tiempo y latitudes geográficas, mientras otros la califican como “libreta de (des) abastecimiento”.

Al cumplir este mes sus 46 años de vida, justo es cantarle el happy birthday. Hay razones. Ninguna otra libreta de racionamiento, en ningún país, podría vanagloriarse de tener existencia tan prolongada; la cubana está ya próxima a alcanzar el medio siglo de vida, y con intención de sobrevivir muchos años más.

Esa primacía del racionamiento no podrá arrebatársela la arrasada Europa, tras las dos catastróficas guerras mundiales. Tampoco China, con aquellas hambrunas de antaño, y que sólo en 1969 estuvo precisada a emplear cupones de racionamiento frente a la escasez de arroz y trigo por adversidades climáticas.

El estado patriarcal regula y decide mediante esa libreta qué come el cubano, y en qué cantidad (siempre resulta insuficiente), pero es cierto que los sectores más vulnerables social y económicamente, tienen garantizados su cuota alimentaria a precios subvencionados que el gobierno usa como parabán para justificar la nimia existencia de ese documento.

La libreta puede considerarse la institución más democrática de la República desde su fundación el 20 de mayo de 1902, porque permite al pueblo comer “parejo” su cuota básica de alimentos, aunque sólo por una semana (a lo sumo quince días), sin hacer distinción de personas ni rango social. Pero, además, privilegia con dietas especiales a niños, a algunos enfermos y a los muy ancianos.

Economistas y ciudadanos de a pie coinciden en que sin restricciones al libre mercado interno la libreta no tendría razón de existir.

Bastión utilizado contra el embargo en la distribución de alimentos, cumple bien sus funciones al regular y distribuir los alimentos: arroz, frijoles, aceite, soya, trigo, maíz, huevos, pollo, leche, frutas, entre otras mercancías compradas a granjeros de los Estados Unidos, y que antes se producían en Cuba con suficiencia.

A la libreta no le faltan detractores. Se critica el despojo de muchos artículos de la cartilla vendidos a bajo costo, que han pasado a la venta liberada en tiendas recaudadoras de divisas, y  “paralelas”, donde se compra en pesos, pero a precios muy altos.

Tan importante es la libreta, que sin su presentación en la bodega no se pueden comprar las mercancías, aunque no falta el soborno cotidiano al dependiente.

Advierte la libreta la obligatoriedad de dar baja a todo consumidor que “muera; permanezca hospitalizado; que se encuentre en un hogar de ancianos; en un centro penitenciario por más de tres meses; o salga del territorio nacional por más de 90 días”.

Los diferentes organismos estatales, en coordinación con la Oficina Nacional del Consumidor (OFICODA), se ocupan del cumplimiento de las obligaciones de la baja, para que ni un grano de arroz pueda llegar al consumidor “ilegalmente”.

Cual postal de felicitación  cada núcleo familiar recibe su libreta a fines de año. Su vigencia comienza el primero de enero, la fecha más importante de las efemérides revolucionarias, ya que marca el triunfo de Fidel Castro sobre la dictadura de Fulgencio Batista en 1959,

Son razones únicas por las que la añeja libreta, que ha visto pasar varias generaciones de cubanos, bien merece un sitial de honor en Cuba, y hasta un récord Guinnes por sus años de permanencia en territorio cubano.

 

 
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