Crónica          
10 de marzo de 2008

Brotan como el marabú

Yoel Espinosa Medrano, Cubanacán Press

SANTA CLARA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - ¡Como ha cambiado la sociedad cubana en los últimos tiempos! Si mi abuelo viviera  moriría de un disgusto. Era analfabeto, pero su educación formal se podía comparar con las de cualquier letrado de su época. En ocasiones se excedía. Un día llegó a una vidriera, le dio la mano a un maniquí y le dijo ¡Buenos días!

Cuando en Cuba el nivel escolar no sobrepasaba el segundo grado, la indisciplina social brillaba por su ausencia. La educación formal, la cortesía, el respeto fueron orgullo y símbolo de varias generaciones.

Hoy, en pleno siglo XXI, el nivel escolar mínimo, en la mayor de Las Antillas, está cerca del grado 12, pero los hábitos de buena conducta descienden vertiginosamente. La educación formal se ha degradado tanto que se ha convertido en un tema de profundo análisis  para los cubanos expertos en Ciencias Sociales.

Las causas del fenómeno no han sido detalladas, al menos a la luz pública. Lo cierto es que el problema cobra cada día más fuerza y la educación formal está en peligro de extinción.

Años atrás era normal que un hombre ayudara a una mujer a bajar los escalones de la guagua o ayudarla a cargar cualquier paquete. Hoy, si ocurre, parece asunto del más allá.

Los saludos al llegar a un lugar apenas se escuchan. Pedir permiso para pasar quedó en el olvido. Las embarazadas y los limitados físicos tienen que entrar en la guagua con armadura de caballeros y exigir su asiento.

Las “mañas” para no ayudar al prójimo necesitado de un asiento son muchas. Está el personaje que sólo mira por la ventanilla haciéndose el que no; o finge estar dormido para no ceder el asiento a una persona mayor, mujer embarazada o con niño en brazos u otros. Cuando aparece alguien que profesa la caballerosidad, por lo general las gracias están en otro planeta.

A veces existen destellos de respeto, principalmente en las paradas de ómnibus. Casi todos los viajeros piden el último de la cola, pero al arribar el transporte, automáticamente, se forma el despelote y se pone en práctica la ley de la selva.

Las paredes de los lugares públicos, inclusive las de los ómnibus, cargan con las huellas de personas que escriben sus nombres y el de su pareja, además de frases vulgares e irrespetuosas donde resaltan las faltas de ortografía.

Ni hablar del vocabulario utilizado por muchos. Resulta más placentero escuchar la comunicación entre las aves que dos jóvenes contándose lo que hicieron el fin de semana. Las palabras obscenas están de moda para enfatizar algo que al parecer causa admiración.

No son pocas las parejas que obvian los consejos de Cervantes y resuelven sus contradicciones a todo volumen, inclusive a bofetadas en plena calle. La música a alto volumen constituye una de las principales causas de peleas  entre vecinos. 

Mientras la familia y la escuela, pilares fundamentales de la sociedad, disputan la responsabilidad de tal degradación, la indisciplina social y la carencia de educación formal afloran en los cubanos como el marabú en los campos.

 

 
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