Crónica          
7 de marzo de 2008

¿Cumplirá?

José A. Fornaris, Cuba-Verdad

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Hace algo más de once años, el diez de diciembre de 1996, un grupo de 43 opositores pacíficos e integrantes de la sociedad civil  firmaron y dieron a conocer un documento denominado “Llamamiento desde La Habana”. Estaba dirigido al gobierno de Cuba tras los acuerdos de la Sexta Cumbre Iberoamericana celebrada en Viña del Mar, Chile. En el documento se instaba a las autoridades a poner en práctica, de forma efectiva, los preceptos democráticos establecidos en la Declaración de Viña del Mar.

En el cuarto punto del llamamiento se instaba a: “Ratificar el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y firmar el Protocolo Facultativo de este último”.

Por fin, el jueves 28 de febrero, a través de su Ministro de Relaciones Exteriores, el gobierno de La Habana firmó esos pactos en la sede de las Naciones Unidas.

La justificación oficial para no haberlos rubricado antes es que durante veinte años, Estados Unidos ejerció contra Cuba presión y chantaje en la desaparecida Comisión de Derechos Humanos.

Pero la ONU  puso en vigencia esos pactos en l976. ¿Por qué en los once años y meses anteriores La Habana no los firmó? La respuesta más  cerca de la realidad parece ser que  el gobierno no estaba interesado en comprometerse a ceder derechos fundamentales a los ciudadanos.

Ahora la incógnita es si el flamante gobierno del general Raúl Castro va ciertamente a respetar la letra y el espíritu de esos pactos cuando entren en vigor dentro de tres meses.

Aunque quizá pueda tener la intención de respetarlos, no va a ser fácil porque se mantiene la misma estructura basada en el totalitarismo. Durante casi cinco decenios el aparato político y todas sus dependencias represivas han estado muy distantes de todo lo que represente derechos individuales básicos de las personas.

Dentro de todo eso, lo más grave es que las leyes cubanas están, en lo fundamental,  hechas para defender al Estado y no para reconocer derechos naturales de los ciudadanos.

Recordemos que, aunque lo niegue, es un gobierno militar, con una ideología de extrema izquierda, que se auxilia de un partido único para mantener el poder.

Si la ONU desea que en Cuba se cumplan esos pactos,  va a tener que ayudar supervisando de alguna forma –los  dispositivos  deben existir- su aplicación.

Si en verdad, el nuevo gobernante, tiene algunas buenas intenciones al respecto, tendrá que desmontar algunos mecanismos del gran sistema absolutista imperante para desplazar la intolerancia que  colma   la mente de los que lo apoyan y nada más valoran sus intereses personales.

Ellos son así. Que lo eviten es lo más difícil que se les pueda solicitar. Tendrán que librar una gran batalla interior y hacerlo de manera voluntaria.

 

 
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