Crónica          
7 de marzo de 2008

Lo que le pasó a Pepón

Oscar Mario González                                                                                           

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - El cuento que a  continuación narramos es producto de la imaginación popular, pero su mensaje, referente a la falta de libertad de expresión en Cuba es tan cierto como el sol de cada mañana.
                 
Aquella tarde otoñal los trabajadores del Combinado de Productos Lácteos Escambray, situado en el pueblo del mismo nombre, cercano a la ciudad de Cienfuegos, se congregaban en el amplio patio de la fábrica para festejar el “sobre cumplimiento” del plan de producción anual cuyos índices situaban a la entidad en el primer lugar a nivel de la nación.
                  
La clausura estuvo a cargo del Comandante, quien felicitó al colectivo de trabajadores, a la administración y a los dirigentes del Partido por tantos éxitos obtenidos en renglones primordiales para la alimentación del pueblo y los exhortó a no conformarse con los logros alcanzados. “A trabajar con mayor intensidad guiados por la consigna guevarista de Siempre se puede más”, enfatizaba el orador enfundado en su uniforme verde oliva y rodeado de numerosos guardaespaldas vestidos de militar y de civil.  De momento se alzó una mano de entre la multitud. Era Pepón, un obrero de la fábrica. El Comandante inquirió:
     
-Diga, compañero
     
-Compañero Comandante... bueno…. usted verá… yo quisiera saber ¿dónde se mete tanta  mantequilla si no se ve en las bodegas?
     
-Después los compañeros de la administración y el Partido te lo dirán –respondió el Comandante.
                  
Pasado un año, por la misma fecha y en idénticas circunstancias, la industria volvía a romper los records productivos y se situaba  en primer lugar. Nuevamente se convocada al colectivo obrero; el Comandante presidía el acto y hacía las conclusiones luego de una tediosa lectura de cifras y más cifras.
                   
Como el año anterior y en medio del discurso de clausura alguien levantó la mano y pidió la palabra:

-A ver -dijo el Comandante-,  ¿tú también quieres saber dónde  se mete la mantequilla?

-No, compañero Comandante, yo sólo quiero saber dónde se metió Pepón.
                   
A lo largo del medio siglo transcurrido muchos pepones han pagado bien caro, no sólo la crítica legitima al régimen, sino el simple recelo y la duda. El totalitarismo no conoce de neutralidades ni escepticismos. Se le acepta sin chistar y sin condiciones, o se pasa a engrosar las filas de los descreídos y desafectos, hasta llegar al punto más bajo destinado a los enemigos ideológicos. Es la ley del totalitarismo.
                    
Hoy, cuando no pocos gastan tinta y emborronan cuartillas aludiendo a una transición que no se ve por ninguna parte, flota en el ambiente un hecho esperanzador: la gente va perdiendo el miedo, los cubanos hablan en las calles y aceras, en la bodega y en la cola de la panadería. El dentista va perdiendo clientela a medida que  los marchantes van abriendo la boca en otros sitios fuera de la consulta dental.

 

 
..... Entrevistas Cubanet
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.