Crónica          
6 de marzo de 2008

Una situación peligrosa

Laritza Diversent

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - La situación que se vive hoy en Cuba es sumamente peligrosa y delicada. Ahora está enturbiada por la renuncia previsible, pero difusa, de Fidel Castro a los principales cargos del Consejo de Estado.

El nuevo gobierno ha tratado de demostrar confianza y seguridad política. Todo es simple y pura apariencia. Están consientes de la crisis de legitimidad que atraviesa la vieja dirección comunista. Correlativa a ella es la necesidad de reabsorber y renovar los consensos sociales.

La actual crisis de la hegemonía de la elite gobernante es resultado del fracaso de su dirección ética y política. Desde los inicios, se dedicaron a hacer propaganda a la ideología castrista, pero lejos de conseguir el conformismo social necesario para su gobierno, estandarizaron el modo de pensar y obrar a nivel nacional.

La persistencia de la desorganización y la conflictividad social constituyen la mejor evidencia de la crisis política.

Cuando hablo de conflictos, me refiero al aumento y desarrollo de los males sociales dentro del país. Dígase corrupción administrativa, ilegalidades, delincuencia, prostitución, etc.

Estas conductas, contrapuestas al orden legalmente impuesto, además de ser medios de subsistencia, constituyen formas de disentimiento y rebelión contra las normas conformistas impuestas por la oligarquía burocrática comunista. Esta, por su parte, está consciente de esos fenómenos y las consecuencias que para el futuro pudieran traerle.

Sin embargo, estas formas de reacción social, en la actualidad no pasan de ser manifestaciones primarias. Es precisamente aquí donde radica el peligro. El pueblo cubano no tiene los medios ni la capacidad de reorientarse y organizarse social y políticamente.

En casi 50 años, el gobierno comunista transformó la nación. De un pueblo lleno de tradiciones combativas nos convirtió en una masa de ciudadanos pasivos.

El cubano de hoy ve al Estado como una entidad ajena a sí mismo. Siente que sin su intervención ocurre algo. Es inducido a creer que por encima de él existe un ente fantasmagórico, una divinidad autónoma y omnipresente.

Como consecuencia, el pueblo no tiene interés ni cultura política. Sólo interesa la situación individual. Las personas saben leer y escribir, pero la calificación no es cultura.

 La dura situación económica, el hambre y el miedo a la represión nos han enajenado de la construcción de nuestro propio destino.

En la sociedad cubana no existen grupos sociales con fuerza. No hay programas transitorios ni alianzas estratégicas establecidas. No se siente el pluralismo político.

Frente, hay una elite gobernante que se expone a un porvenir oscuro con promesas demagógicas. Un ejemplo son las de Raúl Castro al pueblo santiaguero el pasado 24 de diciembre para ganar sus votos.

Pero, aún haciendo estos sacrificios, mantienen el poder. Se sirven de él para aplastar y diezmar a la oposición, tenga la calificación política que tenga. No tienen intención de reconocerla, pero están conscientes de que existe.

Renovada la permanencia de los castristas en el poder, el campo está abierto a soluciones de fuerza. Puede que se activen potencias oscuras, representadas por los hombres providenciales y carismáticos del comunismo cubano. Personalidades como los Castro.

Es así como la actual crisis política que se vive en Cuba ha creado una situación peligrosa.

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