Crónica          
5 de marzo de 2008

Apreciación errónea

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Resulta decepcionante que ahora, con la existencia de moderadas posibilidades para el comienzo de cambios en el sistema totalitario que durante casi 50 años ha imperado en Cuba;  cuando, como nunca antes, la población se pronuncia por  transformaciones económicas, un mayor rango de libertades y la erradicación de absurdas e injustas prohibiciones; y  la más prestigiosa institución religiosa del país, la Iglesia Católica, a través de la Conferencia de Obispos, llama al gobierno a llevar adelante con decisión medidas trascendentales que ¨deben de ser progresivas¨, la Administración estadounidense, en vez de alentar la apertura, recurra nuevamente a declaraciones que entorpecen ese proceso, brindándole argumentos a los sectores conservadores e inmovilistas dentro del régimen.

Así, el Presidente Bush, indudablemente mal asesorado, ha criticado a quien se ha pronunciado por conversar con el nuevo Presidente de Cuba, si gana las elecciones en Estados Unidos a principios de noviembre, en alusión indirecta a las racionales palabras del candidato demócrata Barack Obama, cuando éste no ha planteado en ningún momento cejar en el empeño de solidarizarse con quienes luchamos por alcanzar una Cuba democrática con respeto a los derechos humanos.  Más bien ha propuesto una  reunión como la que en su momento realizaran presidentes norteamericanos con sus contrapartes comunistas, sobre la base de principios y conceptos democráticos bien definidos, por cuanto- de efectuarse el encuentro- en modo alguno se mandaría ¨un mensaje equivocado¨ a Cuba y al mundo. Por el contrario, sería una muestra de política flexible y lúcida, que le quitaría al régimen la vieja coartada del acoso norteamericano.  

El mensaje equivocado surge con esta declaración del Presidente Bush, que contribuye a la crispación y favorece a los fundamentalistas en Cuba, quienes la reciben con júbilo, como un ejemplo de que con Estados Unidos no puede haber ningún tipo de arreglo, por lo que es menester continuar la represión y la política de fortaleza sitiada frente al supuesto enemigo imperialista.

Lamentablemente, esta repetición de una política conocida por tantos años, más que fracasada, puede calificarse de absolutamente errada y de valioso apoyo a los  sectores intransigentes en Cuba. Una paradójica y  contradictoria actitud, pues  al mismo tiempo se sostienen conversaciones con el tiránico régimen de Corea del Norte, se  envían cartas al dictador Kim Song Il, y la Orquesta Filarmónica de Nueva York toca en Pyongyang, mientras se considera un mensaje equivocado efectuar contactos con dirigentes del actual  régimen cubano, y levantar las actuales restricciones de viajar a la isla a nuestros compatriotas residentes en Estados Unidos, o que ayuden económicamente a sus familias y amigos.

Sería conveniente que los asesores del Presidente Bush respecto a las relaciones con Cuba conocieran mejor las experiencias del Presidente Richard Nixon en su apoyo a las políticas proactivas encabezadas por Willy Brandt, a inicios de los años 1970, dirigidas a promover la libertad en los países del Europa del Este, o sus contactos con altos dirigentes del mundo comunista de entonces, en especial con dignatarios chinos.  Resulta aconsejable que esos asesores estudiaran un poco la actuación del Presidente Ronald Reagan, un indiscutido anticomunista, que al mismo tiempo que mantuvo políticas firmes y de principios, supo manejar los contactos con ¨el imperio del mal¨ y efectuar fructíferos encuentros con sus máximos dirigentes, que en modo alguno significaron un mensaje equivocado, sino todo lo contrario. Exhortamos a los asesores a estudiar en detalle esas experiencias, en un texto como ¨La Diplomacia¨, obra magistral de Henry Kissinger, ex secretario de Estado, una persona que nadie osaría calificar de favorecedor del régimen de La Habana.

Con respeto sugerimos al Sr. Presidente Bush que tome más en cuenta los planteamientos de senadores y representantes republicanos y demócratas llamando a la reflexión sobre las relaciones con Cuba, y al término de una política que ha resultado altamente improcedente, solamente útil para mantener una crispación que nunca ha beneficiado la causa de la libertad.  En particular, sugeriríamos que se considere la última carta de 24 senadores, encabezados por el Sr. Max Baucus, donde se reflejan criterios que pudieran contribuir a la democratización de nuestro país, y a un futuro de buenas relaciones entre las costas que separan el Estrecho de la Florida.

 

 
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