Crónica          
3 de marzo de 2008

Por una aguja de coser zapatos

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Oliberto Azcuy Kessell está detenido desde hace dos semanas en la cuarta unidad de la policía, en el municipio capitalino Cerro. Los  primeros días los pasó incomunicado, como un criminal peligroso. Su familia no supo de su paradero hasta que no pasaron más de 72 horas de su detención.

El delito de Oliberto fue llevar consigo una aguja de coser zapatos. La hallaron en su bolso cuando la policía lo sometió al detector de metales en el Estadio Latinoamericano. También encontraron las llaves de su casa, varias monedas y una lata de refresco Tukola.

El 13 de febrero, cuando terminó su jornada laboral en una construcción militar en Villa Guajaibón, Mariel, se le ocurrió, antes de regresar a  casa de su mujer en el Reparto Poey, Arroyo Naranjo, ir a la pelota.

Oliberto es aficionado al béisbol y fanático del equipo Industriales, pero nunca había ido al estadio. Esa noche se decidiría la pugna entre los equipos Industriales y Santiago. Era un buen motivo para asistir al encuentro.

No sospechó que la suerte se le iba a retorcer en manos de los guardias que custodian el mayor campo deportivo de la capital.

La afilada aguja se  hizo sospechosa a los agentes. Pensaron que la podría usar como arma dentro del estadio, Oliberto explicó que la usaba para coser sus zapatos de trabajar. Se rompen con frecuencia y le resulta difícil conseguir su número de calzado porque tiene el pie muy grande: el 11 y medio.

Casi logró convencer al policía encargado del detector de metales. El agente le dijo que  botara la aguja para que pudiera entrar o la escondiera en la calle y  la recogiera cuando terminara el juego. Entonces intervino otro guardia. Sin escuchar explicaciones, malhumorado, ladró la seca orden: ¡Condúzcanlo a la unidad!

Lo llevaron esposado a la unidad policial. Lo encerraron en un calabozo que apestaba a orines. Hicieron caso omiso de su petición de que avisaran por teléfono a su esposa.   

Sus familiares, desesperados por la falta de noticias y luego de indagar por las unidades policiales de toda la ciudad, lograron localizarlo casi cuatro días después de la detención.

Parece un relato de Kafka. O una pesadilla. A Oliberto Azcuy, un hombre de trabajo, tranquilo, sin antecedentes penales, lo acusan de “tenencia de armas blancas”. Puede enfrentar años de cárcel. Hablan de trasladarlo a la prisión 1580 en espera del juicio. Todo por llevar en su bolso una aguja para coser sus maltrechos zapatos de trabajar.

Asusta pensar con qué facilidad en Cuba puede la policía arrestar y enviar a la cárcel a un ciudadano. No sólo por un delito, también por faltas que en otro país serían castigadas, cuando más, con una multa.

 Más que la posibilidad de que lo condenen a prisión, a él que nunca tuvo problemas con la ley, lo que más hizo sufrir a Oliberto fue no poder estar en el cumpleaños de sus hijas. El 23 de febrero, la mayor cumplió 15 años. Planeaban una fiesta que no pudo ser.

Oliberto pasa sus días seguramente preguntando dónde andará la justicia. Esperando que alguien la encuentre en un rincón o una gaveta y se acuerde de él.

 

 
 
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