30 de junio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

¿A dónde fue la bondad?

Yosvani Anzardo Hernández

HOLGUIN, Cuba, junio (www.cubanet.org) - “Haz lo que yo digo y no lo que yo hago”. Por ello no es de extrañar que en Cuba la violación de las leyes sea práctica cotidiana entre los que deben velar por su cumplimiento.

A pesar de que la Constitución es una herramienta por excelencia para ejercer el despojo de los derechos civiles, también protege estos derechos en casos muy puntuales.

Hoy no hablaré del artículo 88 inciso g de la constitución que permite el ejercicio de iniciativas ciudadanas a través de la recogida de firmas, pues es mundialmente conocida la obstrucción que ejercen las autoridades para su cumplimiento; sólo recordemos, por mencionar dos casos, al Proyecto Varela y la campaña Con una misma moneda.

Un amigo me trajo un recorte de periódico encontrado por él en ese lugar del reencuentro con nuestra prensa que es el servicio sanitario, que resultó ser un excelente artículo de Luis Sexto, publicado el viernes 25 de abril de 2008 en Juventud Rebelde. Dice: Tenemos que guardar lealtad a la revolución, al partido, a la nación, trilogía que resume nuestros ideales de justicia social e independencia política. A ellos servimos como periodistas revolucionarios. Pero como la vida es también una mezcla, la lealtad a los lectores equivale a ser leales al pueblo. ¿O no? Y sufrir con él. ¿O no?

Seguidamente relata la desventura sufrida por una familia que no pudo disfrutar la estancia en uno de esos hoteles vedados a los cubanos por un error en un dígito del carné de identidad de una niña. Y agrega: ¿Se puede ser revolucionario creyendo que la gente no merece respeto?

Más adelante dice Sexto: “Nadie puede impedir que yo crea que para representar a la revolución no basta con tener una especialidad y una experiencia, aprobar un test político o contar con amigos que confíen en uno. Hace falta también no ser insensible, injusto, incapaz de valorar una situación nunca prevista por las reglas y obrar no sólo como dicta el “deber”, sino la justicia y la bondad. Un cínico, una mala persona, tampoco puede representar los intereses del país. Porque a veces tendrá más apego a la letra que al espíritu, a su tranquilidad que a la de sus compatriotas; servirá con rigidez a las normas y se olvidará de hacer el bien”.

“Puede parecer que me ensaño con un hecho aislado. ¿Aislado? Las estadísticas no lo reproducen, pero la percepción inmediata, la pegada al suelo y a la vida común lo reconoce como muy común. Ojala que nunca sea verdad entre nosotros aquel verso de Bertolt Brecht. Sería como un lamentable reproche: Ay, nosotros / Que quisimos poner los cimientos de la bondad / No supimos ser también bondadosos.

Luis Sexto tiene toda la razón, e imagino qué diría este hombre si supiera que nuestra agencia acaba de publicar la noticia de que una niña huérfana fue expulsada del círculo infantil, precisamente porque su madre murió y el padre no es médico ni maestro, personas que según la ley, son las únicas autorizadas a matricular a sus hijos en este centro, en el municipio Urbano Noris; ley, además, que es violada a su antojo por los que pueden.

La súplica de auxilio y comprensión de un padre obrero ante la máxima dirección del partido, el Poder Popular y la dirección de educación del lugar, sólo encontró como respuesta, indiferencia.

A las autoridades violadoras y manipuladoras de la ley, les recuerdo que no siempre estarán en posición de hacerlo. El tiempo pasa y la memoria queda, aunque por supuesto, no es eso lo más importante.

Hoy quisiera tener espacio para hacer uso del tiempo de los lectores, pero como entre espacio y tiempo ha de haber estrecha relación (que no tienen los lectores), han de sobrarme a mi.

Sólo deseo agregar que son los periodistas autorizados los que pueden, y este es un buen ejemplo de que lo saben hacer. Somos los mismos, independientes o no, sin dejar de defender nuestras creencias y principios. Coincidimos en tantas cosas que poco importará el color diferente de nuestros ojos. Hagámoslos todos, unos y otros, y mejoraremos. Para que entonces, cuando ya no pueda ser un reproche, no nos lamentemos: Ay, nosotros / Que quisimos poner los cimientos de la bondad / No supimos ser también bondadosos.

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Artículos relacionados:

Una de nuestras lealtades / Luis Sexto / Juventud Rebelde, 25 de abril de 2008

http://www.juventudrebelde.cu/opinion/2008-04-25/una-de-nuestras-lealtades/

 

 

 

 

 
 
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