27 de junio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Las buenas voluntades

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Tengo miedo. La imagen de Virgilio Piñera reaparece en mi memoria. Ligada a la anécdota tantas veces narrada, cuando en el año 1961, en ocasión de la reunión con los  intelectuales en la Biblioteca Nacional, el joven Fidel Castro sentenció: ”Con la Revolución todo, contra la Revolución nada”.

A la friolera de 47 años de aquel hecho, recién cumplidos 5 años de la razia, juicio y encarcelación contra opositores y periodistas de marzo de 2003, estamos seriamente amenazados de nuevo. Ciertos hechos lo reafirman. Y no son las acciones de algún grupo disidente lo que provoca esta situación. Ni la recepción de ayuda financiera del exilio, que las autoridades cubanas condenan; tal parece que el Medioevo nos cubriera de sombras, a pesar de tantos avances tecnológicos que recorren el planeta.

El gobierno cubano se siente fortalecido. Apoyado por una Latinoamérica guiada por tendencias regionalistas de corte populista, y revitalizada su capacidad operativa gracias al petróleo venezolano; reactivada al máximo la propaganda de agitación anti norteamericana dentro y fuera de la isla, las autoridades ven cómo se disipan las nubes que le impedían ver el horizonte de la continuidad.

Desde los primeros meses del presente año la represión política se hizo sentir en cuanto algunos opositores, más decididos que otros, salieron a la calle en forma pacífica e inocua. Insultos, turbas lanzadas contra ellos, golpizas, detenciones, son la respuesta poco conciliadora del gobierno cubano. A escasas 72 horas de la firma del Pacto Internacional de Derechos Civiles y  Sociales, una turba dirigida por la policía política barría con apenas siete personas que distribuían la Declaración Universal de Derechos Humanos en una calle céntrica de La Habana.

Cualquier movimiento de los disidentes es reprimido por la fuerza bruta. La policía política se desplaza hacia dónde se trasladan los opositores. No los abandonan, incluso hasta cuando van al supermercado. Instalan cámaras de vigilancia en calles céntricas como Galiano, 23, San Lázaro e Infanta. Golpean a las mujeres, como ocurrió en Matanzas con Idania Jiménez Contreras, según informaciones de una fuente confiable de la disidencia, a pocas horas de que la UE levantara las sanciones impuestas al gobierno.

Reprimen a cualquier ciudadano que realiza una actividad comercial que el régimen no permite, en medio de una campaña encaminada a eliminar las ilegalidades. Se trata de acciones para  barrer a quienes tratan de ganar algún dinero extra. Detienen a los ancianos que revenden la cuota de café o cigarros; a ciegos indefensos que sobreviven gracias a la reventa de caramelos  y otras golosinas.

La suspensión incondicional de las sanciones aplicadas por la UE desde el año 2003 al gobierno cubano, contribuirá a dejar las manos libres al régimen para acabar de una bofetada con la maltrecha disidencia anticastrista, y con todo aquel que no marche al compás de las órdenes y los planes gubernamentales. 

Las buenas voluntades afianzarán únicamente la continuidad de un régimen que no está dispuesto a cambiar su naturaleza. Ningún disfraz variará la esencia de la represión contra los ciudadanos.

 

 

 

 
 
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