23 de junio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Sordera hereditaria

Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - En la medida que las consultas populares enfrentan las evasivas del Estado y la cultura del debate, venga de donde venga, la crítica permanecerá sumergida en los estratos sociales, en espera de una apertura sin antifaces.

Toda iniciativa que pueda surgir o resurgir de los manuales de una asamblea popular, un cuerpo legislativo o propiamente del poder del Estado, no pasará de ser una evaluación del terreno que sólo arrojaría beneficios para sus emisores.

La descentralización del sector agropecuario pudiera o no tomar el camino de la recuperación. La que se pudiera denominar como “autonomía empresarial” es sólo un intento que propiciaría un aparente incremento en la remuneración salarial y un mejor perfeccionamiento en su funcionalidad.

Esta “suerte” de cambios estructurales nunca estaría divorciada del control estatal, o mejor dicho, del control militar. Más bien sería la corrupción y el autoritarismo mejor repartido, que tocan a más. No debemos olvidar que el grueso de la economía cubana es controlado desde principios de los años 90 por el ejército, el mismo que licencia a oficiales para ocupar cargos administrativos en empresas con fachada civil.

La ley nos manda a todos, título que acompaña un análisis del periodista Luís Sexto, en su sección Coloquiando, el viernes 13 de junio, en el diario Juventud Rebelde. Sexto esboza cómo las estructuras sociales restringen las iniciativas individuales.

Como fiel lector de su sección y aliado condicional de alguna de sus temáticas, me invade la sumatoria de ciertas normas sociales que se dicen y contradicen con las torceduras de un lenguaje más literario que periodístico. 

El comunicador escribe “En ese sentido creo ver un peligro en la misma descentralización de algunas decisiones que atañen a la economía, en particular a la agricultura. El afán centralizador puede resurgir en el municipio, con mayor capacidad de dañar, si se la facilita al autoritarismo estar por encima de las instituciones”.

Los gérmenes de la sordera lo hemos heredado  de los líderes, esos que se han mantenido en el poder  50 años gracias a la centralización de los recursos y a la cerilla en sus oídos.
Ahora se quiere escuchar hasta la más inverosímil de las propuestas y que los cuadros del Partido le rindan cuenta al pueblo. Informarles sobre los compromisos y las nuevas estrategias del mandato raulista, son sólo ademanes que garantizan la promoción del nuevo heredero.

El parlamento cubano parece haber alcanzado la pubertad en algunas determinaciones. Nunca antes sus comisiones engavetadas por años habían experimentado tanto manoseo político con los organismos estatales que rodean al poder totalitario. A mi juicio, esto no tiene otro propósito que el de utilizar la Asamblea Nacional del Poder Popular como instrumento auditor del gobierno y no una asesoría política o jurídica, como se le quiere ver.

La independencia económica no está al doblar de la esquina como algunos piensan. Aquellos que han sobrepasado su estándar de vida dentro del marco legal permisible sin percibir la señal de peligro, se han extraviado en esa curva que nunca debieron tomar.      

Cuando existan indicios que demuestren el otorgamiento de nuevas licencias a cuentapropistas, la renta o venta legal de autos e inmuebles, entonces alguien nos estará escuchando. Pudiéramos estar hablando de libertad económica sin trabas ni excesos de tutelaje.

Coincido con Luís Sexto en las restricciones sobre el criterio individual por parte de las estructuras sociales, sometidas a un burocratismo enfermizo. La descentralización no creo que pase del sector agropecuario, el que más transformaciones agrarias ha sufrido en cinco décadas.

Quizás en medio de tanta actividad cambiante podamos distinguir entre saber escuchar y oír. La propuesta es válida, pero temo que tanto impulso se deba a alguna sordera hereditaria.

 

 

 

 
 
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