20 de junio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

Onomásticos y efemérides

Juan González Febles

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Desde 1959 en Cuba se conmemoran con bombos y platillos los fracasos y las muertes. El 26 de julio y el 13 de marzo se convirtieron en las efemérides emblemas del entonces nuevo régimen. La costumbre de glorificar la muerte ha sido la constante en este sentido. Curiosamente, es un rasgo compartido con las culturas pre hispánicas en Meso y Sur América. Aquellas culturas indígenas también se sintieron seducidas por lo que llamaron “la muerte florida”.

En contraste con todo aquello, Cuba antes de 1959 tenía dos fechas luctuosas por excelencia. Una era el Día de los Fieles Difuntos, en noviembre, y la otra el aniversario de la caída en combate de Antonio Maceo, lugarteniente general del Ejército Libertador cubano, el 7 de diciembre. Ese día se rendía tributo a todos los caídos en las guerras de independencia del siglo XIX. En contraste, el 28 de enero, aniversario del nacimiento de José Martí, se celebraba en cada escuela y los niños nacidos ese día recibían como regalo canastillas en una atmósfera de alegría y jolgorio.

En fecha reciente se conmemoró el nacimiento, en 1928 de Ernesto Ché Guevara. De modo oficial, se vinculo el nacimiento de Guevara con el nacimiento de uno de los héroes emblemáticos de la historia cubana: Antonio Maceo, el Titán de Bronce.  El caso es que ambos nacieron el mismo el 14 de junio. ¡Qué mala suerte!

De Guevara se dice por parte de quienes le conocieron (una amplia y vario pinta muestra que comprende militares, intelectuales, etc.), que fue un tipo tan arrogante y tan pesado que puso en un rígido molde su personalidad. Dariel Alarcón (Benigno) en la guerrilla boliviana de los años 60, el poeta e intelectual Luís Manuel Martínez y otros, afirman que lo hizo con el propósito de ser mejor que los demás.

Mientras vivió no permitió a los revolucionarios  vivir como ansiaban. La austeridad que se auto impuso e impuso Guevara a los demás, llegó a molestar al jefe máximo. Su partida, más que un alivio, fue la liberación para los que se quedaron. Muchos de sus compañeros de armas y de revolución brindaron largamente por su partida. En realidad muy pocos lamentaron sinceramente su ausencia.

En la actualidad, los gastos de manutención de cada uno de los altos funcionarios del gobierno, son faraónicos. Disfrutan de cotos de caza, yates, aviones y autos confortables. Cuentas en el extranjero, viajes para ellos, sus familiares y amigos. Resulta comprensible que se aferren al poder. El paraíso cuesta, y hay que conservarlo a toda costa y a todo costo.

Esta es la vanguardia política de la izquierda latinoamericana. Los herederos de una falsa utopía que mientras nadan en privilegios privan a su pueblo de los derechos y libertades más elementales. Están a la cabeza de los festejos internacionales por el nacimiento de Guevara en el mundo, mientras a nivel local intentan identificar a dos hombres que tenían muy poco en común. Maceo no ejecutaba prisioneros ni se excitaba con los fusilamientos. Maceo no trató, Maceo era mejor.

La clase dirigente cubana actual es la que impone zonas y barrios congelados, la que prohibió hasta hace muy poco el disfrute de la telefonía celular. La que creó a su conveniencia el apartheid turístico y mantiene contra toda razón un férreo apartheid político.

La misma que autoriza la venta de computadoras y veta Internet, que mantiene un muro infranqueable para que los cubanos no puedan viajar libremente. La que mantiene dividida a la familia cubana y alienta una confrontación absurda con los Estados Unidos, como único discurso político.

Mantener a esta clase política incompetente e improductiva, es el costo más oneroso que pesa como gabela sobre el pueblo cubano. Pero cuidado, si se asustan, matan.

 

 

 

 

 
 
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