18 de junio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

En defensa de Ubre Blanca

Oscar Mario González 

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Un finquero del municipio donde nació  Beny More (Santa Isabel de las Lajas), perteneciente a una Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS), afirma que en su pequeña finca La Esperanza  hay una vaca que recuerda a la mundialmente famosa Ubre Blanca.

Lamento no concordar con lo expresado por el  anapista (miembro de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños), ni con el periódico Granma que publica el reportaje. Y como en este país hay libertad de expresión, al menos para hablar de vacas, voy a salir en defensa de Ubre Blanca.

Josco, que así se llama el animal en cuestión, es una vaca bermeja próxima a la tercera edad vacuna, pues tiene nueve partos, y según cuenta el poseedor de la finca La Esperanza ha llegado a dar hasta 35 litros de leche por día.

En primer lugar, Josco -no pudieron encontrar nombre mas feo- es una vaca de flácida contextura, mirada arrepentida, cuernos despuntados y orejas caídas lo cual, unido a su color bermejo, dista mucho de parecerse a la pinta y presumida Ubre Blanca. Y por favor, que no vengan  con aquello de que ambas  son resultado de un cruce Holstein-Cebú porque también los dedos de la mano tienen un mismo origen y apenas se parecen.

Pero en lo que se refiere a la producción de leche, que es lo determinante en el asunto, quiero recordar a todos aquel primer informe del periódico Granma  del 21 de julio de l981 donde se anunciaba que Ubre Blanca había producido 72,9 litros de leche en un solo día, producción nunca antes alcanzada por una hembra vacuna en el país.

Posteriormente, cubos y más cubos de leche siguieron saliendo a trocha y mocha de aquellas portentosas ubres, hasta que el l6 de enero de l981 el propio rotativo Granma proclamaba a los cuatro vientos que la mítica vaca del distrito Victoria, en Isla de la Juventud, rompía todos los records históricos alcanzando l09,5 litros en tres ordeños. Algo sin precedentes en la ganadería mundial según el rotativo.

A ella y para su cuidado y felicidad se destinaron todos los recursos animales y humanos concebibles: médicos y veterinarios; psicólogos, santeros y espiritistas; dietistas, músicos y payasos; hierba y miel; guarapo de caña y flor de romerillo; todo cuanto el conocimiento humano del acá y del mas allá aconsejaba, se puso en función de ella.

Se codeó con presidentes y embajadores, con primeras damas y campeones olímpicos. Con corresponsales extranjeros de los diferentes diarios y con lo más selecto de la izquierda mundial. Con la  crema y nata del movimiento guerrillero latinoamericano y con cuanta canalla anti norteamericana se paseara por el universo prometiendo un mundo nuevo.

No se concebía venir a la Isla a ver al Comandante y no saludar a Ubre Blanca, aunque el ideal era tirarse una foto al lado de ambos.

Ella, a diferencia de la vaca Pijirigua, que protestaba por la inseminación artificial que la privaba del placer del toro,  hacia votos de castidad con animal resignación para facilitarle al Comandante el premio mundial como el mejor de los vaqueros de todos los tiempos.

Un  día de l985 dejó de existir la que en vida fue promesa de un paraíso lácteo donde  el blanco líquido  brotaría como agua de manantial. Nunca se supo a ciencia cierta el día y la razón de su muerte. 

Y como lo que no se informa cae en el terreno especulativo, algunos aseguran que murió de tantos ordeños y ajetreos bajo el constante asedio de periodistas y de gente importante de todas partes del mundo.

Luego de más de 20 años transcurridos, la mitad de la población actual no recuerda a Ubre Blanca. Los testigos de aquellos años, excepto algún que otro melancólico, sabemos que todo aquello pertenece a un pasado que felizmente nunca más volverá. Pasado del cual, al menos yo, no quiero acordarme.

Con ella, murieron los sueños de aquella generación que un día creyó ver realizado el anhelo de un vaso de leche. Un simple vaso de leche en la mesa; la leche nuestra de cada día.   

 

 

 

 
 
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