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16 de junio de 2008

Lo que verá Tabaré


RAUL RIVERO



A ellos no. A los demócratas no. A los heridos, los marginados, los perseguidos, los maltratados no los va a ver Tabaré Vázquez, presidente electo de un país democrático. El gobernante uruguayo realizará una visita aséptica, selectiva, de alto nivel, para hablar en Cuba de graves asuntos de Estado con un grupo de hombres que llevaba en el poder 13 años cuando él se graduó de médico en el nublado Montevideo de 1972.


El destacado oncólogo y radioterapeuta pasará por allá forrado de documentos trascendentales y convenios beneficiosos para ambas naciones hermanas, como dicen los panfletos de la diplomacia. Comprobará el poder de seducción de las hojas de tabaco y de la hierbabuena. Regresará después satisfecho a su país con este comentario rotundo en el avión presidencial ya en el cielo de América: «Como Uruguay no hay».


En los mismos rincones de la sociedad donde llevan décadas bajo un fuego tan tenaz como su resistencia, seguirán los dirigentes de la oposición pacífica. Un grupo de cubanos de bicitaxis y cartilla de racionamiento, que con humildad y respeto, le pidieron durante semanas unos minutos de su agenda para hablar de la realidad.


Le pidió quince minutos Néstor Rodríguez Lovaina, el promotor de un grupo universitario independiente que defiende los derechos humanos y promueve la apertura de espacios de participación ciudadana como premisa elemental para alcanzar una democracia genuina en la isla.
Le dejó un recado urgente en la legación uruguaya en La Habana Jorge Luis Pérez Antúnez, el líder cívico que cumplió 17 años de cárcel bajo la acusación de «propaganda enemiga oral». Es muy importante que un presidente como Tabaré Vázquez, tan identificado con la causa de la democracia visite nuestro país en un momento como éste en el que la represión es muy fuerte, escribe el ex preso político. «Nosotros no creemos que tenemos la verdad absoluta -dice Antúnez en su carta al presidente socialista- pero podemos brindarle el escenario que oculta el régimen. En mi caso puedo hablarle de las prisiones cubanas, de cómo violan de manera sistemática los principales derechos del hombre y de la existencia de centros de tortura».


Pero no. El canciller uruguayo ni siquiera repasó las guías de retórica de su ministerio para responder a la prensa sobre esas peticiones: «El presidente no se va a reunir con ellos. Es una visita a la que nos invitó el gobierno cubano». Cuentan que en 1983 llegó a Montevideo un viajero de Europa y, en el hervor de una brutal dictadura erizada de ametralladoras, se reunió en la embajada de su país con la oposición. Le dio, con ese gesto, reconocimiento, respeto y visibilidad como agentes de opinión. El afán de comparar episodios y figuras puede ser una estupidez o un ejercicio de vagancia. Algo malo y superficial. Algo así como la indolencia y la pérdida de la memoria.

 

 
 
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