16 de junio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

A la orilla del mar                                            

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Jaimanitas es un pueblo costero enclavado en el noroeste de Ciudad de la Habana.

La primera mención historiográfica de su existencia aparece en una leyenda nativa: En su peregrinaje de cada noviembre por La Habana, el patrón de la ciudad, San Cristóbal, penetraba a la tierra desde el mar, exactamente por la desembocadura del río Jaimanitas.

Luego, el escritor Cirilo Villaverde, en su inmortal novela Cecilia Valdés, lo describe como espléndido lugar de esparcimiento con playas pequeñas y limpias.

Jaimanitas es conocida también por el desarrollo pesquero que adquiere a partir de los años veinte del siglo pasado, y por ser la cuna de legendarios artistas de la pesca, muy conocidos: Atila, Peje Diente y los Mallorquines.

Jaimanitas se distingue en el ámbito deportivo por su equipo de buceo submarino, campeón del mundo en la década del cuarenta, y cobra mayor notoriedad a raíz de la captura del pez Dama más grande de que se tiene noticias, denominado por la prensa de la época El monstruo marino, suceso de trascendencia popular y científica.

En 1959 las dos mejores playas fueron abiertas para todos y los vecinos de Jaimanitas disfrutaron de  sus arenas y sus aguas cuando los clubes privados se convirtieron en círculos sociales. El antiguo club de la Marina de Guerra, se convirtió en el círculo social Aracelio Iglesias, y otra parte de la playa que pertenecía a una familia que emigró a los Estados Unidos, en el círculo Marcelo Salado. 

Durante el "período especial", estos dos círculos sociales se privatizaron. El Marcelo Salado pasó al Ministerio de Industria Ligera, y el Aracelio Iglesias al  de la Pesca.

Ahora los habitantes de Jaimanitas no pueden disfrutar de sus aguas. Como ocurría antes de 1959, están relegados al arrecife, al diente de perro y a las pozas, cada vez más reducidas por la erosión basura.

Los más osados brincan las cercas del perímetro, se escabullen de las miradas  de los custodios y se mezclan entre los grupos de los socios y sus familias.

Es difícil convencer a los más pequeños para que no entren en las áreas privadas, y esto ha creado problemas entre padres y el personal de vigilancia.

Jaimanitas no cuenta con instalaciones para desarrollar la vida económica y social. Por ejemplo, no hay un banco donde la población pueda efectuar las necesarias actividades financieras, y los vecinos deben desplazarse a otros municipios. Tampoco hay transporte público, ni bicitaxis que en otros lugares resuelven el traslado de los ciudadanos a sitios cercanos, a pesar de que aquí, a pesar de lo pequeño del pueblo, las cuadras son largas.

La arquitectura de Jaimanitas es un caótico ajiaco con gran diversidad de estilos y posibilidades, lo cual ha redundado en un pueblo sin árboles ni portales donde guarecerse del sol y la lluvia.

El cine no funciona nadie sabe desde cuándo, y no existe una tienda recaudadora de divisas donde comprar los artículos que no se venden en moneda nacional.


 

 

 
 
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