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16 de junio de 2008

Montaner contra la mafia china


Armando Añel

 

Al castrismo se le ha agotado el combustible de la apertura. Casi tan sorpresivamente como fue asimilado su supuesto espíritu reformista, la leyenda de un raulismo coherente, desalmidonado y gradualmente modernizador ha desaparecido por el vertedero de la realidad. Una de las señales más evidentes del fenómeno son los últimos ataques contra el escritor y político Carlos Alberto Montaner, a los que el gobierno cubano suele recurrir cuando pierde la paciencia, el norte o, más sencillamente, la cabeza. Cuando pierde los nervios y muestra su verdadera cara.

Nuevamente la nomenklatura carga contra quien es el referente intelectual más conocido del exilio cubano. Un deporte que el castrismo practica olímpicamente, aún sin haber ganado una sola medalla, desde los años sesenta. Primero Lázaro Barredo, el oscuro director del periódico del Partido Comunista de Cuba, Granma, pidió ante la llamada Asamblea Nacional del Poder Popular la extradición de Montaner, acusándolo una vez más de terrorista (una vez más el ladrón cree que todos son de su condición). Luego, el pasado miércoles, el propio diario publicaba “El fichero mafioso del terrorista Montaner”, un panfleto cuyo título, por sí solo, retrata la tenebrosa ciénaga en la que chapotea la dirigencia castrista, incapaz de abordar un cambio de régimen por el estilo del que demanda, hasta desgañitarse, la realidad cubana.

“El fichero mafioso del terrorista Montaner” constituye una reacción al Manifiesto de Apoyo que hace pocos días decenas de personalidades de todo el mundo suscribieron en defensa del escritor cubano. En él se acusa a los firmantes del manifiesto de beneficiarios de “la CIA, de la USAID y de la NED”. Otra vez la desprestigiada táctica de trasladar hacia fuera los problemas de adentro. Antes que nada, y se ha dicho muchas veces, con quien tiene que reconciliarse el castrismo no es con Estados Unidos, sino con el pueblo cubano (con el de la Isla y el exilio). Para ello resulta imprescindible que cese el hostigamiento a quienes no comulgan con la ideología oficial: para ello resulta imprescindible que La Habana aborde la diferencia como un derecho natural, no como un delito o una monstruosidad. El problema de Cuba no es Estados Unidos o “la mafia terrorista de Miami”, es la intolerancia y la política de la exclusión practicada por el gobierno comunista desde hace ya medio siglo.

En cualquier caso, y a ello se refería el propio Montaner en una entrevista reciente, parece que a medida que el castrismo implementa sus tímidas rectificaciones se agudizan la represión y el control políticos. Una variable que recuerda demasiado al tan llevado y traído modelo chino. Durante treinta años, a partir de que se instrumentaran las reformas económicas impulsadas por Deng Xiaoping, Pekín ha venido demostrando que no bastan los retoques cosméticos para desembocar en un Estado de Derecho, mucho menos el comercio incondicional con Occidente. Y con el arribo al poder de Hu Jintao –el Raúl Castro de los teóricos del intercambio persuasivo- no ha variado el panorama. En el país asiático, como en Cuba, los delincuentes siguen en el poder, intentando por todos los medios reprimir y/o desacreditar a quienes defienden una verdadera apertura. A quienes luchan por librar al pueblo de la mafia china.

letrademolde@letrademolde.com

 

 
 
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