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16 de junio de 2008

El doctor Vázquez y el señor Amnesia

RAUL RIVERO

Madrid -- No. El insigne médico de izquierda, el notable socialista del cono sur, tampoco quiere ver a los demócratas cubanos. El doctor Tabaré Vázquez entra con resolución en la nómina infame de obispos y embajadores que prefieren un mojito con los verdugos a un vaso de agua clara con la oposición perseguida y acosada.

Así, con llaneza, colgado de un argumento para anormales sacado de un manual coreano o de un cuaderno de instrucciones de los sindicatos soviéticos. Secos y cortantes, los diplomáticos del país de los pájaros pintados le han quitado relevancia a la convocatoria de la disidencia interna para que el dirigente sudamericano los escuche.

''El presidente no se va a reunir con ellos. Es una visita que nos invitó el gobierno cubano'', dijo el Felipe Pérez Roque de Montevideo, Gonzalo Fernández. Cuando le preguntaron los periodistas si otro funcionario de menor rango (como hizo con pulso de mago el canciller español Miguel Angel Moratinos) se entrevistaría con los opositores, el jefe de la diplomacia uruguaya, liquidó el asunto con un tajante: ``No creo''.

Esta posición de indiferencia y, opino yo, de menosprecio, hacia las fuerzas que se enfrentan a una dictadura totalitaria de medio siglo, no consigue insultar a quienes trabajan en solitario por la libertad. Lo que produce es una foto instantánea de la categoría del jefe del gobierno del Uruguay en la que se le ve de cuclillas a los pies de Hugo Chávez.

En la exposición puede verse el grupo completo de la socialdemagogia latinoamericana. De modo que ahí están Daniel Ortega, Lula da Silva, Rafael Correa, Evo Morales y, quizás a la espera de la hora de entrar en la estampa, la señora Michelle Bachelet, que tiene un vuelo anunciado para La Habana.

Los opositores cubanos sólo se proponían hacerle llegar al doctor Vázquez una descripción de la realidad del país y su evaluación de la situación de los derechos humanos y las libertades cívicas. Para ello entregaron una carta en la legación diplomática de Montevideo en la capital cubana.

Para esa gestión también hubo desdén y distancia. El agregado de prensa de la embajada uruguaya dijo que no tenía conocimiento del tema.

El oncólogo, famoso por su afición al fútbol y a los carnavales, que se considera un demócrata y un hombre moderno e independiente, confesó que sólo hizo pequeños ajustes a la agenda que propusieron sus anfitriones cubanos. No sabe por qué no se incluyó una entrevista con Fidel Castro y está conforme con entrevistarse con Raúl.

Es decir, ni él, ni sus asesores en materia de política exterior, contemplaron nunca la posibilidad de encontrarse con la disidencia a pesar de que un sector de la prensa uruguaya le pidió que se mostrara a la altura del presidente de un país democrático y respetuoso de los derechos y recibiera a la oposición y a representantes de las Damas de Blanco.

Y ahí está, de visita en los sofás de los carceleros de casi 300 presos políticos. De paso entre la gente que vive sin poder expresar sus ideas políticas y sin libertad de prensa, olvidado de que las dictaduras son nada más que dictaduras. Ahí está, con sus ayudantes que reparten su biografía de profesional de origen humilde, mientras él conversa con un grupo de poder que lleva cinco décadas sobre las espaldas de un pueblo vecino pobre y humilde.

Por orden alfabético, Vázquez estará al final de la lista de quienes se olvidaron de Cuba. Por el significado de ese olvido estará en el mismo rango de sus compañeros de la fotografía que se describe arriba. Una foto que tiene aún espacios vacíos y figuras que la vida y el tiempo ya comenzaron a borrar.

 

 
 
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