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9 de junio de 2008

TINTA RAPIDA

Líder de altura

RAUL RIVERO

Los viejos caudillos del socialismo con bongó y maracas, después de algunos años en el poder total, se enferman. Los hace sentirse invencibles la impunidad con que manejan los recursos de los países, la represión, la indiferencia o el servilismo de unas zonas de la sociedad y la complacencia de amigos y admiradores extranjeros.
Uno, en medio de la pobreza de su población, le regaló un ingenio azucarero a un compañerito de ideales. Otro, distribuye el petróleo de sus conciudadanos como si saliera de un pozo artesiano del patio de su casa.
Se sabe que centenares de maletines fantasmas atiborrados de dólares de arcas oficiales, atraviesan fronteras y distancias. Es, según los códigos esenciales y la tradición, una ayuda internacionalista destinada a camaradas necesitados de dinero para llegar con urgencia a los tronos vecinos.
Por el momento, pienso que merece la atención del público alerta la inclinación del nicaragüense Daniel Ortega por las alturas. Su pasión por los viajes, la aventura de despertar en otros sitios, frente a otro paisaje, rodeado por toda su familia y otros seres queridos.
En un año y seis meses de gobierno, el líder de la izquierda nicaragüense y presidente del segundo país más pobre del continente, ha viajado a Venezuela, Cuba, Libia, Senegal, Argelia, México, Bolivia, Belice, Costa Rica, Chile, Honduras, Irán, Naciones Unidas, El Salvador, Guatemala, Ecuador, República Dominicana, Uruguay, Panamá y Brasil.
Pero hay respuesta para todo. Hace poco una diputada de la oposición criticó a los Ortegas por viajar con toda la familia «como si fuera los reyes de Arabia Saudí».
La señora Rosario Murillo, esposa del mandatario, respondió que en las giras les acompañan sus ocho hijos porque «van en misiones de trabajo».
Ante las críticas tuvieron un defensor. Hugo Chávez declaró en Caracas que esa practica de la familia Ortega es lo más natural del mundo.
Otro abogado silencioso, pero efectivo es Muamar Gadafi. Es el libio quien suele prestarle una aeronave para esas excursiones a las que se suman, además, los nietos y los novios de las hijas.
Uno de los ministros de Ortega explicó a la prensa que cuando su jefe está fuera del territorio nacional gobierna vía telefónica. Para algunos opositores el gobernante mantiene una buena comunicación con sus colaboradores, pero cada día está más lejos de la realidad del país al que debe servir.
Es un revolucionario que detesta la soledad del poder. Más etéreo y discreto. No canta en vivo, ni hace discursos todos los días por la radio y la televisión. No regala fuera de su entorno familiar. Quizás un día comprenda que la de los aviones no es la categoría de altura que le pidieron con el voto los nicaragüenses.

 
 
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