4 de junio de 2008   IMPRIMIR   VOLVER AL INICIO
 

La obsesión comunista (final)

Laritza Diversent Cámbara
 
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Con el creciente conflicto económico-político y el desorden imperante en la sociedad cubana, el gobierno siente cuestionada su dominación. Más, cuando están acostumbrados a mantener el orden con firmeza, incluso con brutalidad, si se requiere.
 
En ese sentido, los criterios y opiniones de la población les sirvieron para medir hasta qué punto pueden apretar la tuerca. Saben que la escasez de alimentos es uno de los problemas que más afecta a la ciudadanía. Por eso decretaron la producción como un asunto de seguridad nacional.
 
El complejo escenario internacional hace más difícil la realidad. No tienen los jerarcas del gobierno fuentes seguras de financiación por las millonarias deudas. El embargo norteamericano empeora su situación económica. Emprender políticas que incentiven la producción de alimentos para evitar una explosión social es algo imprescindible.
 
Raúl Castro enfatizó en que la etapa de provisionalidad, iniciada en el 31 de julio de 2006 con la proclama del Comandante, había terminado con el mensaje enviado por éste el 19 de febrero, en el que expresó su deseo de ser “sólo un soldado de las ideas”. Aclaró que durante esos 19 meses se trabajó colegiadamente sobre la base de la delegación de funciones que el realizó.
 
Las reflexiones de Fidel, los días antes de celebrarse el pleno, dejaron mal parado al nuevo mandatario. Lo convirtió en centro de burla y ridículo a escala internacional. El comandante, en sus escritos, dejó claro que todavía tiene poder de decisión. Confunde el énfasis de su aclaración. Raúl mismo pidió al parlamento consultar las decisiones políticas importantes a su hermano. Sutilmente nos avisa que ya no necesita su figura para refugiarse.
 
Los cambios realizados por Raúl Castro han provocado un impacto relativamente positivo, más a nivel internacional que nacional. Se siente en condiciones de seguir el camino solo. Por eso la insistencia de recalcar que Fidel es “sólo un soldado de las ideas”. El poder lo ejerce él ahora y no tolerará ninguna iniciativa capaz de poner en cuestión su autoridad.
 
Se nota, además, que el General quiere venderse como un líder respetuoso de la legalidad. Hace referencia en todo momento a las facultades que le confiere la ley. Cita también la Constitución e insiste en su cumplimiento, aspecto que lo diferencia de su autoritario hermano.
 
En conclusión, el Sexto Pleno del Partido Comunista de Cuba nos demostró que la vieja militancia no tiene intención de ceder ninguna cuota de poder. Todo lo contrario, trabaja con demencia para reforzarlo. Harán todo lo que esté al alcance de la mano para mantenerlo por otro medio siglo.
 
Las transformaciones políticas actuales casi no se pueden vislumbrar. Esto se debe a que las mutaciones estructurales del aparato estatal conservan la rigidez política e ideológica de siempre.
 
¿A qué le temen los veteranos? A sucesos que cuestionen la existencia de un solo partido. A la lucha de los sectores sociales por la implantación del pluralismo, con iguales derechos para todas las organizaciones políticas creadas. No sabrían dónde meterse ante estos cambios democráticos. No quieren, por este motivo, el pluripartidismo ni abandonar el centro del poder político.

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