3 de junio de 2008       VOLVER AL INICIO
 
 
Amores de esquina

RAUL RIVERO

Unos sabios dicen que el Gobierno de Raúl Castro se propone seguir el camino de Hanoi para llegar al capitalismo. Otros, lo ven -lento el paso y densa la neblina- rumbo a las serventías caprichosas que han trazado los herederos de Mao para desembarcar también en una sociedad confinada a metáforas zoológicas por los manuales comunistas. Podría ser un tigre de papel, un lobo feroz o una víbora lúbrica.

El caso es que hacia aquellas estructuras habitadas por ratas enfermas, según la propaganda de todos los países mencionados, avanzan con resolución las despabiladas vanguardias proletarias.

Nadie sabe cuál de los pretendientes asiáticos será el que asista a la ceremonia nupcial en La Habana para jurarse amor por un buen tramo de la eternidad. Lo que se conoce, y es seguro, es que las irradiaciones de esta primavera le han dado vida a una cercanía, a una relación huracanada, entre los más altos funcionarios de los Gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y de Castro.

Es un romance con todos los papeles sobre la mesa. Abrazos, sonrisas, declaraciones públicas, rondas de mojitos, guiños y humo de tabaco del Hoyo de Monterrey.

Comenzó a ganar espacios en la prensa en enero, cuando el presidente de Brasil viajó a la capital cubana y firmó 10 acuerdos de cooperación.Esta semana el viajero principal es el canciller Celso Amorim, quien se ha entrevistado hasta con los porteros del Palacio presidencial.

Tanto el visitante como el vicepresidente Carlos Lage han cantado muy alto la jugada: se trata de que Brasil se convierta enseguida en el primer socio comercial de Cuba. Y en el primer socio, sin adjetivos.

Lage dijo a los periodistas que su país está «favorablemente dispuesto» a aceptar ese papel que debe desempeñar Brasil. Amorim afirmó que Cuba esta abriendo una nueva fase de su desarrollo y evolución, y que su Gobierno quiere estar ahí. «Queremos», precisó, «ser el socio número uno, no el segundo ni el tercero».

Para la gente de la calle en Cuba es fácil comunicarse con los brasileños. Las dos son naciones que tienen un componente similar, mezcla de Europa y Africa. Hay una filosofía y unas músicas cercanas y en los altares las mismas deidades los protegen después de un avemaría o de una ofrenda de mieles y aguardiente. A lo mejor, si hubiera libertad y no estuvieran presos por sus ideas políticas más de 300 hombres, los cubanos hubieran celebrado ese enlace.

De todas formas, creo que este amor primaveral puede causar satisfacción en muchos ciudadanos de la isla. Ellos sienten un rechazo visceral por Hugo Chávez, el gobernante del país que es todavía el primer socio de los Castro en América Latina.

En los escándalos y los odios del venezolano los cubanos ven repetida su realidad. Esa aversión tiene más fuerza y rango que el comandante Chávez. Es general.

 

 

 

 

 
 
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