Crónica           IMPRIMIR
28 de febrero de 2008

Nefasto y La rehabilitación literaria

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Los escritores cubanos que olvidaron la hoja de ruta socialista y chocaron contra el muro de la censura institucional serán rehabilitados.

El anuncio lo hizo en la XVII Feria del Libro de La Habana Antón Arrufat, quien sufrió múltiples fracturas al chocar sus Siete contra Tebas en las alambradas ideológicas del premio literario Julián del Casal, y que le mantuvieron enyesada la lengua por algo más de tres décadas.

Ya rehabilitado, su labor de paramédico editorial cobra resonancias magnéticas.

Sus palabras durante la inauguración de la fiesta del libro en Cuba así lo confirman: “Esta feria ocurre en días cruciales para la nación, nadie ignora la importancia que tienen estas horas, se siente en el aire que respiramos, se oye en las voces de todos y en cualquier parte”.

Es decir, que aunque hasta la fecha no haya oídos receptores, se escuchan las voces, algo así como una esquizofrenia colectiva.

La cuestión es que curado en espíritu y salud, dado de alta por presentar un  cuadro de amnesia que adquirió al astillársele la silla turca y el talón de Aquiles contra la censura oficial, Arrufat se ha dado a la tarea de anunciar las próximas actas de rehabilitaciones.

De seguro, y siguiendo el rastro de sus ofídicas palabras, serán dados de altas tanto los que sufrieron contusiones poéticas, fracturas narrativas o quebraduras ensayísticas, como quienes se hicieron polvo al chocar de frente contra el muro de hierro editorial.

Y debemos estar contentos, felices, y no dejar de aplaudir desde la fiebre hasta el delirio por este acto de generosidad de las autoridades y los ortopédicos de la política cultural cubana.

¡Ni los que tuvieron accidentes más graves dejarán de ser rehabilitados! Eso sí, poco a poco, de acuerdo a cómo suba o baje la marea, se cocine el aliño de los censores, y amanezca o no con los moños parados la nueva libertad.

Pero lo importante es que se vislumbra la hora de quitarle las varillas, suspender los calmantes, dejar de inyectar veneno a multifracturadas obras como Mea Cuba, La Habana para un infante difunto y Tres Tristes Tigres, de Guillermo Cabrera Infante. O a esas otras que escritas contra viento y marea, como Otra vez el mar, Antes que Anochezca y Celestino antes del Alba, ingresaron de por vida a Reinaldo Arenas en terapia intensiva, con todos los huesos fracturados por un cañonazo editorial.

Y son tan benévolas y tan prontas en resolver fisuras las autoridades de la Isla, que hasta los autores que sólo sufrieron un pequeño calambre que les trabó la lengua, o un leve esguince en ambos pies al ponerlos en polvorosa hacia el extranjero, como son los casos de Gastón Baquero, Severo Sarduy, Calvert Casey y Antonio Benítez Rojo, tendrán derecho a la rehabilitación.

Heberto Padilla no. Estará por mucho tiempo Fuera del juego, pues su libro homónimo sacó a la cultura de la Isla del peregrinaje político de los 60, causando grandes daños a la economía y a la seguridad nacional por aquel poema irreverente que llamaba a decir algo así como, aunque te tumbaran a pedradas la puerta de la casa, te arrancaran la lengua de raíz, debías decir siempre tu verdad, y eso es enfermizo en una revolución.

Por otra parte, Zoe Valdés es muy soez, y Daína Chaviano no se le quita de la cabeza ese lío de El hombre, la hembra y el hambre, lesiones muy difíciles de tratar en nuestro país.

Tampoco se puede rehabilitar a Raúl Rivero, pues en sus Malos Sueños escribe “soy un productor de taquicardias”, y en Preguntas plantea que por qué se tiene que morir En este lugar al que llegamos/ niños, inocentes, tontos/ y había instalada ya una trampa, una ciénaga/ con un cartel de celofán que hemos roto aplaudiendo a los tramposos.

Y por si fuera poco, en Orgullo nacional blasfema cuando escribe:
Ninguno de nuestros ministros es rico/ Ninguno tiene fincas, fábricas ni propiedades/ Ninguno tiene cuenta en los bancos de Suiza/  ¡Ni falta que les hace!

Por eso hay que escuchar al noble Antón cuando lanzó este grito de guerra en medio de la Feria del Libro de La Habana: “En momentos cruciales semejantes a este supimos encontrar, inaugurar caminos, rectificar y enderezar todo lo torcido”, algo que demostró al descubrir libros empolvados y esquivar las miradas aviesas durante su rehabilitación por más de una década en la biblioteca de Marianao, actitud que las autoridades le agradecen.

Eso se lo aseguro yo, Nefasto “El terapeuta”

 

 
 
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