Crónica           IMPRIMIR
25 de febrero de 2008

¿Glasnost a la criolla?

Oscar Mario González                           

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - El deseo de los cubanos por ver a su país libre y caminando por las sendas del progreso es tan fuerte como inmenso ha sido el dolor de medio siglo de totalitarismo. Es lógico que bajo tal premisa cualquier suceso o signo esperanzador tienda a sobredimensionarse.
        
Solo así se explica, pienso yo, el gran alboroto que suscitaron algunos sucesos donde la crítica al régimen cubano en  reuniones y asambleas, se sumó a  declaraciones de importantes funcionarios gubernamentales y de artistas cuyo compromiso político con el oficialismo es notorio.
        
Por supuesto, los cuestionamientos de los jóvenes estudiantes de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) a los más diversos
aspectos  de la vida nacional y el titubeo, la  incongruencia e insipidez en las respuestas ofrecidas por el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón, no tienen antecedentes . Ni aún en las jornadas de críticas y señalamientos en centros laborales de principios de los años noventa del siglo pasado.
        
A ello se suma la reunión que tuvieron los empleados de “Acorec”, una de las agencias empleadoras para firmas extranjeras, con la viceministra de Finanzas, Nelly Cubillas. En tal ocasión los trabajadores rechazaron las pretensiones gubernamentales de cobrarles impuestos sobre las regalías y propinas que reciben de los patrones extranjeros.
         
Como si fuera poco el ministro de cultura Abel Prieto así como el conocido trovador Silvio Rodríguez, entre otros, ofrecieron declaraciones sobre temas “delicados”. Tales planteamientos resultaban impensables antes de haberse hecho público.

Por eso no carece de sentido que no pocos crean vislumbrar la presencia inicial de una glasnost al estilo “gorbachoviana”, algo parecida a la que se inauguró en la segunda mitad de los años ochenta del siglo pasado en la extinta Unión Soviética.
           
Estuve en pleno periodo de la glasnost en la URSS durante cuatro meses en l987 luego de trece años de ausencia después que terminé mis estudios en l974.
           
Para mi sorpresa en el único noticiero del único canal de televisión que poseía aquel enorme país, se hablaba del número de prostitutas y drogadictos que había en la ciudad de Krasnodar que fue donde estudié. Confieso que me causó asombro y perplejidad escuchar tal cosa en un espacio televisivo donde antes siempre se aludía al paraíso terrenal construido bajo la idea de Lenin y la dirección de Stalin y de Brezhnev.
           
Las publicaciones de siempre, excepto el órgano oficial del partido comunista “La Verdad” (Pravda), sacaban a la luz todos los crímenes, atropellos, intrigas y sobornos del poder comunista, con tanta crudeza e imparcialidad y tal exactitud que superaban con creces a los análisis negativos que del  comunismo había leído en las Selecciones de Reader’s Digest o en el Diario de la Marina de los hermanos Rivero.
            
El gobierno soviético, entonces encabezado por Gorbachov (no el Partido Comunista), apoyaba aquella transparencia informativa. A su modo de ver y tratando de lograr un socialismo con rostro humano, Gorbachov quería que aquella apertura informativa protegiera, y fuera salvaguarda de las reformas al sistema, conocidas como “Perestroika”.
             
Lo que está pasando en Cuba no tiene que ver con la glasnost  soviética. Así lo creo y ojalá estuviese equivocado. Sin embargo resulta interesante el fenómeno de crítica con acento contestatario que se está originando en nuestro país. Sigámoslo de cerca. Hoy por hoy Cuba es el país de las posibilidades. En Cuba todo puede ser.

 

 
 
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