Crónica           IMPRIMIR
21 de febrero de 2008

Espejismos

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press
 
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Percibir la luz del amanecer entre las oscuras páginas del periódico Granma es casi un milagro. No obstante, hubo cubanos afortunados. El nivel de sus esperanzas le proporcionó la altura para atisbar las primeras transiciones de las tinieblas a las refulgencias del alba.

Fidel Castro se aparta del poder. Reafirma sus quebrantos de salud, y sin proponérselo, descorre las cortinas para permitir el acceso, por el momento, a una versión auténtica de los sueños.

En primera plana y a precio de mercado negro (1 peso), pues es imposible obtener la prensa al costo fijado por el estado, apareció el anuncio que apunta a convertirse en una de las mejores noticias de 2008.

No es un simple mensaje de despedida, ni un acta que revela las gradaciones de una muerte política y también física de un hombre que supo amar el poder con sendas dosis de fidelidad y pasión.

La vida se le escapa por las rendijas del tiempo; uno de los ámbitos que quedó fuera de sus conquistas. Se apaga como cualquier mortal con la presunta dicha de haber construido un país modelo. Una nación ejemplar. Un mundo de aciertos y victorias.

No escucha el tronar de los escombros en la Habana Vieja, el resonante galope de la corrupción, la banda sonora de la prisión Kilo 8 y toda esa geografía de muros y cadenas que se oculta tras el humanismo retórico y otros malabares usados para decorar la escena con la presteza de un profesional de Hollywood.

El drama ya añejo de los coterráneos que sobreviven como beduinos en plena capital, sin agua y carentes de los servicios elementales para mantenerse modestamente saludables. Las chicas que alquilan su cuerpo a precio de saldo en los rincones de las barriadas y hasta en escaleras inmundas, después de concluir con sus compromisos escolares.

Cuba colma la copa de las contradicciones. Infringe las normas de la lógica con puntualidad británica. Por eso se explica el concierto de las ruinas. La debacle que quieren dejar sin audio y forrada de pintura rosa.

Médicos por doquier y los ríos de aguas albañales proliferando en aceras y zanjas. Innumerables arquitectos y las casas derrumbándose sin que se encuentre una solución razonable para los damnificados. Un pueblo que vota por la continuación del socialismo y sigue apostando por el robo, la ilegalidad y el deseo de abandonar el país por vías legales, maniobras fraudulentas y acciones suicidas.

La carga de errores pesa demasiado en el presente. Tiende a hundir las perspectivas y amenaza con dejar tullido el futuro. Los cubanos padecimos  (¿padeceremos?) las lesiones de una revolución que disfrazó el garrote con el velo impoluto de la virtud y el tridente con una nube de populismo barato.

El fidelismo agoniza, se escurre a cuenta gotas entre interrogantes, vaticinios y deseos de perdurabilidad.

Creo que será difícil esquivar sus lastres y no descarto que incluso se intente, en buena medida, preservarlo. Raúl Castro no puede pinchar el globo. Dentro de la esfera  hay aire suyo. Además, medio siglo soplando no es poca cosa. Si acaso, desinflar poco a poco para evitar un estallido de consecuencias fatales.

Cambiar un régimen totalitario es sumamente complicado. La aprensión, el intento de conservar el tutelaje por los conocidos medios coercitivos e intercalar amagos de cambios entre la densa madeja ideológica, podrían ser los signos de la élite de poder que se prepara para asumir el rol de una continuidad a corto plazo, y un posterior avance hacia otras aperturas. Pensar en una democratización con elecciones multipartidistas, o en una ley donde se legalice la libertad de expresión, es lo más cercano al disparate.

Sin dudas que habrá gestos, pero los necesarios. La legitimidad no es un producto gratuito y se precisa de una inversión. Los estrategas perfeccionan planes y variantes para campear el temporal que dejará Fidel Castro en su definitiva partida de este mundo.

Hasta la fecha las cosas marchan relativamente bien para la nomenclatura, pero  las apariencias no deben figurar como elementos definitorios de la realidad. El elástico del globo se ha tensado en demasía y el reventón puede acontecer inesperadamente.

El liderazgo de Fidel es intransferible. Los desaciertos se acumulan y los plazos para reformulaciones se acortan. Enfermo y debilitado, el otrora hombre fuerte de Cuba escribe  su epílogo en la primera plana del Granma y el resto de la prensa oficialista.

Muchos compatriotas insisten en describir el despunte de un amanecer sin las brumas de una dictadura a partir del documento publicado. La euforia suele ser el cristal idóneo para observar, a colores, los espejismos.

Desde la calma no veo nada claro. Creo que es muy temprano para anticipar los primeros destellos de la democracia en Cuba.

 

 
 
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