Crónica           IMPRIMIR
20 de febrero de 2008

La renuncia de Fidel Castro

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - El noticiero de la BBC de la madrugada de l9 de enero estuvo dedicado, en su mayor parte, a informar sobre la renuncia de Fidel Castro a los cargos de Comandante en Jefe y Presidente del Consejo de Estado de Cuba, enmarcando el hecho en la problemática nacional cubana. Otro tanto hizo la radioemisora holandesa Radio Nederland. Sin dudas la noticia tuvo gran repercusión en el exterior.
 
En Cuba, por extraño que resulte, a nadie le causó asombro. Aun más, muchos ya avanzado el día ni se han enterado y otros ni caso le han hecho al asunto.

Ante esto los cubanos de mi generación no pueden evitar el  recuerdo de aquella otra renuncia del Comandante del mes de Julio de l959. Los resultados de tal proceder en aquel entonces provocaron la renuncia del ex presidente Manuel Urrutia, consolidándose el poder omnímodo del renunciante y potenciando su figura a límites nunca antes vistos en la historia de Cuba. Aquello fue, sin duda alguna, un golpe magistral.

La realidad histórica, claro está, ha cambiado y el escenario político muy poco se parece al de medio siglo atrás. No obstante es evidente que el asunto ha sido muy bien planeado de modo que salga a la luz en el momento preciso luego de una bien meditada lucubración.

Los cubanos no comprometidos con el totalitarismo deben ser cautelosos. No exagerar las expectativas ni adoptar un pesimismo que le reste importancia al suceso.

Pienso que con esta renuncia el nuevo gobierno, con año y medio en el poder, tendrá un marco legal e institucional que facilitara su labor.

Se puede esperar de este nuevo gobierno algunas medidas económicas que obren a favor del sector de los trabajadores por cuenta propia y hasta un resurgir del pequeño negocio privado. También  podría favorecerse y potenciarse la actividad agrícola privada. Todo ello merece el aplauso en tanto alivie la terrible situación de miseria y desabastecimiento que padece el pueblo cubano.

En el orden de los derechos civiles y políticos, y referente a la imprescindible democratización del país, no espero nada del nuevo gobierno mientras la figura de Fidel Castro de señas de vida.

La imagen del Comandante seguirá como un poder detrás del trono al cual se le consultarán las grandes decisiones. Su figura será un valladar que impedirá la realización de los grandes y legítimos anhelos del pueblo de Cuba: paz, progreso y libertad.

 

 
 
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