Crónica           IMPRIMIR
20 de febrero de 2008

Kilómetros y kilómetros sin libros

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - El régimen castrista se muere por una cifra a favor suyo. Sus dirigentes son fanáticos de eso, y día por día y mes por mes se empeñan en tener todas las cifras de sus organismos bajo control. Las verdaderas y las que se imaginan, aclaro, porque nunca hay manera de verificar nada. Donde manda capitán, los soldados otorgan.

Por estos días todos los medios de comunicación cubanos repiten lo mismo: dos mil 959 metros cuadrados es el espacio que ocupa la XVII Feria Internacional del Libro en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, donde se fusilaron a cientos de opositores en los primeros albores de la Revolución Cubana.

Allí, en esos metros cuadrados, hasta podrá adquirirse una compilación de crónicas críticas titulada Polémicas culturales de los 60, escritas por Graziela Pogolotti, intelectual cubana que no dejó pasar aquellos hechos de un ayer turbulento en su fecunda e importante obra literaria porque, según ella, “perduran como cuentas pendientes “.
Y hablando de cuentas pendientes, y como la historia no ha concluido, esperemos que en alguna de las Ferias del mañana se pueda obtener un libro donde se narre la historia de los fusilamientos llevados a cabo por el régimen castrista dentro de la misma Fortaleza de la Cabaña, hoy pintados sus sangrientos muros y paredes.

Pero hablemos de cifras, como señalé al principio. Según datos obtenidos por teléfono con el Instituto del Libro, las dos últimas librerías que existen en el municipio Playa, de la Habana, están en calle 1ra y 42, llamada La Copa, y Cucalambé,  ubicada en calle 42, entre 27 y 29.

Sin embargo, este municipio no termina en la calle 42, sino  muchos kilómetros más arriba. Le sigue, por ejemplo, los pueblos costeros de Jaimanitas, Santa Fe, Baracoa, etc., con cientos de miles de habitantes, muy cercanos a la residencia del jefe de estado, donde casualmente, a lo largo de varias décadas, su gobierno nunca ha instalado tiendas para la venta de libros.

Me dice una anciana vecina mía, nacida en Santa Fe, que ella no recuerda haber visto una librería en este antiguo poblado de pescadores. Ni antes de la Revolución, ni después. Y es cierto. En Santa Fe no se ve un libro por sus calles. Para comprar alguno hay que ir al centro de la capital habanera o recorrer más de diez kilómetros hasta llegar a la pequeña y última librería del municipio Playa, en la calle 42.

 

 
 
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