Crónica           IMPRIMIR
19 de febrero de 2008

Donde recalan los ingenuos

Tania Díaz Castro

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Seis mil doscientos siete cubanos acudieron el año pasado a las páginas de Juventud Rebelde en busca de solución a sus graves problemas de vivienda, transporte, salud pública, suministro de agua, precios de productos de primera necesidad, demora de trámites en organismos estatales… Y muchos, muchos problemas más.

Fue el resultado de la sección Acuse de recibo que escribe José Alejandro Rodríguez en ese periódico oficialista, donde las penas del pueblo son tantas, que el mismo colega admite entre compungido y avergonzado, porque lo único que puede hacer ante las penas del pueblo que se agolpan unas a otras, como dice la canción, es reflejar en su espacio las quejas, puesto que el socialismo no las pudo remediar ese año ni tampoco los anteriores.


Pero el colega no se cansa. ¿Para qué? Es su trabajo. Sabe que aunque la prensa oficialista haya ganado en espacios que neutralizan posiciones dogmáticas propias del régimen, o sea, que hoy cuentan con gotitas de libertad de expresión, el régimen nada puede hacer que no sea aumentar las penas del pueblo.

No, el ciudadano, aquejado de tantos problemas, provocados por un gobierno ineficaz y aferrado a viejos moldes fracasados, no se siente que vale, aunque vea su nombre y su queja en la sección de Alejandro, quien confiesa que no vive tranquilo ante las estadísticas de las cartas recibidas cada año. Nada de eso. Posiblemente el ciudadano se sienta peor cuando ve pasar los días, los meses y los años y sus penas sigan agolpándose indefinidamente.

Cada año que transcurre hay más cartas, más quejas. Se repiten las mismas quejas, las mismas penas. Alejandro no sabe si reír o lamentarse. Seguramente se cruza de brazos contemplando las torres de sobres blancos sobre su buró y exclama que su columna es un modesto energizador de la democracia socialista.

Alejandro se levanta de su buró con dolor, lo confiesa. Sabe que su sección es un pálido reflejo de la sociedad cubana, o peor aún, un espejo que, como es socialista, continúa empañado.

No importa que muchas de las misivas sean respondidas por los organismos estatales, que incluso respondan personalmente algunos delegados del pueblo. El problema radica en aquellos que, desde arriba, no se destapan los oídos, ni abren los ojos ante el momento histórico que vivimos, que sus entendederas no les sirvan para descubrir de una vez y por todas que el socialismo, ni en tres siglos, será capaz de ofrecer buenos niveles de vida a la población. Ni siquiera tomando medidas urgentes del mercado capitalista y socializantes, como dicen algunos economistas que, desesperadamente, buscan soluciones al fracaso del castrismo, o puntualizando, una vez más, estrategias para el crecimiento acelerado de la economía.

 

 
 
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