Crónica           IMPRIMIR
19 de febrero de 2008

Embrollos dentro de la sucesión     
        
Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - ¿Un montaje? ¿La manera de poner en aprietos al presidente del parlamento Ricardo Alarcón por alguna causa vinculada a erosionar su credibilidad y así restarle las probabilidades de participación en una nueva ecuación del poder?   Apenas son un par de interrogantes dentro del mar de las especulaciones. Es parte de un ejercicio para adivinar las esencias de una guerra en la que colisionan los intereses de una élite política envejecida y el empuje, aún modesto, de varias generaciones con perspectivas de modernidad y urgida de un salto hacia otra etapa sin los lastres de la extrema ideologización.

Los cuestionamientos realizados por varios estudiantes de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) al presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular - que por cierto solo atinó a vocalizar una serie de respuestas farragosas y ridículas- y su posterior filtración a medios internacionales acreditados en La Habana, conlleva a interpretaciones dispares.

No sería descabellado pensar en un plan con vistas a armar un show de notable ganancia mediática para un sector del poder. Primeramente el vídeo, de aceptable calidad de imagen, dándole la vuelta al mundo e incentivando un debate que refuerza la tesis de que el país se adentra en una dinámica de cambios. Con posterioridad se arma una alharaca en relación a presuntas represalias de la policía política contra  Eliécer Ávila, el estudiante que preguntó: “¿por qué el comercio interior de todo el país ha migrado al peso convertible cuando nuestros obreros, nuestros trabajadores y nuestros campesinos cobran su salario en moneda nacional que tiene 25 veces menos poder adquisitivo?” “¿Por qué el pueblo de Cuba no cuenta con la posibilidad viable de ir a hoteles o viajar a determinados lugares del mundo?”

Como colofón a ésta extraña historia, el joven Ávila aparece en una entrevista con una periodista del oficialismo donde arremete, sin contemplaciones, contra los órganos de prensa extranjeros acusándolos de manipulación y de ser parte de un plan para desacreditar el proceso revolucionario.

Como para no dejar cabos sueltos el ciclo culmina con su presencia en el programa Mesa Redonda, la principal tribuna del poder en la televisión nacional, donde tiene el tiempo suficiente para explayarse en argumentaciones y loas que oscurecen la postura crítica asumida unos días antes.

Mejorar el socialismo. Defender los fundamentos de la revolución. Eximir de culpas a los principales líderes. En pocas palabras, los otrora combativos estudiantes dan, o una prefecta lección de inmadurez, o asumen papeles dictados por “sugerencias” del alto mando. No es creíble un cambio de proyección tan marcado en un lapso tan corto.

¿Habrán sido estos estudiantes las fichas elegidas para una jugada propagandística sin ellos saberlo?  ¿Qué los llevó al borde de la retractación? ¿El miedo, la ingenuidad, el instinto de conservación?  ¿Lo sucedido confirma la existencia de pugnas entre grupos de poder que quieren acelerar los cambios y otros apostados tras el inmovilismo?
Es difícil adivinar el trasfondo de este suceso con múltiples lecturas y que lejos de despejar dudas atiza la confusión.

El intento de ofrecer signos de apertura a través del fomento de la crítica hacia algunas políticas del gobierno, pero sin tocar las bases del sistema, es decir, las principales estructuras y sobre todo el legado de Fidel Castro y sus más cercanos colaboradores, podría ser uno de los objetivos con tal de matizar el estilo del equipo sucesor y con ello granjearse el apoyo de la comunidad internacional. Se podría estar comprando legitimidad por métodos engañosos.

Es necesario, más que nunca, aguzar los sentidos y permanecer a la expectativa ante acontecimientos que sobrevendrán en los próximos meses.

 No adelanto ninguna novedad. Un régimen atornillado a un hermetismo a ultranza durante casi medio siglo, se enfrenta a los estremecimientos propios de la historia. El agotamiento, la expansión y efervescencia de las rivalidades generacionales, la tensión entre moderados y conservadores, quienes defienden un socialismo totalmente desahuciado y los que sienten la necesidad de explorar otros modelos ligados a doctrinas más racionales.

Aún no he podido adivinar si este episodio fue un sainete diseñado en las oficinas de algún experto en relaciones públicas, un complot para ir menoscabando la credibilidad de Ricardo Alarcón con el propósito de obstruirle sus posibilidades de participación en un futuro gobierno de sucesión, o un síntoma de descomposición de un régimen que pierde, paso a paso, el control de la sociedad.

Espero tener la oportunidad de satisfacer mi curiosidad algún día. Ojalá no tenga que escarbar la respuesta dentro de las ruinas. La resistencia al cambio puede acelerar un derrumbe de incalculables consecuencias. Son tiempos de definiciones más allá de las cortinas de humo. 

 

 
 
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