Crónica           IMPRIMIR
18 de febrero de 2008

La "deambulante" del Palace

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba,  febrero (www.cubanet.org) - Mavis Onix Durán Rodríguez tiene 59 años, pero aparenta más edad. Ha sobrevivido en la calle más de 18. A personas como ella el gobierno las califica como deambulantes, para omitir que existen mendigos en la Isla. Su caso es uno más, ya que existen otros miles tan sólo en la capital. Ella se torna especial, pues no se trata de la típica demente que se puede encontrar en cualquier ciudad del mundo, sino de una persona normal atrapada en uno de los mayores problemas que ha generado el sistema: la escasez de viviendas.

La señora Durán Rodríguez perdió su casa en la década de los años noventa. Literalmente quedó en la calle a partir de una disputa con un hermanastro por la herencia del inmueble. Desde entonces duerme por temporadas en el portal de una casa particular o en el de una iglesia; en las afuera de una cafetería, bajo una escalera, en los hospitales y hasta en las funerarias y cementerios. En estos lugares consigue asearse y mantener una imagen digna.

Económicamente se mantiene por cuenta de la generosidad de varios personas que le brindan diariamente un plato caliente de comida y algún que otro par de zapatos y vestimenta. Además, de lo que le puede conseguir en las iglesias. En ocasiones revende postales y oraciones religiosas para ganar algunos pesos. Estas fuentes se le cierran cada vez más debido a la crisis económica por la que atraviesa el país y a los constantes acosos policiales. El gobierno cubano limita la entrada de recursos a instituciones de diferentes denominaciones religiosas.

Recientemente, Marvis logró que las autoridades de Bienestar Social le asignaran una pensión de 60 pesos, lo cual no le alcanza para nada en una nación donde algunos productos y servicios básicos alcanzan precios similares a los de cualquier ciudad europea. Al menos, los funcionarios estatales le dieron la posibilidad de acceder a un comedor estatal.

Para resolver su problema de vivienda se ha dirigido a todas las entidades pertinentes, pero siempre se ha encontrado trabas burocráticas, pérdida de documentos, respuestas evasivas y ninguna solución. Escribió una carta a la oficina de quejas del Comité Central del Partido Comunista, pero tampoco ha obtenido respuesta. Mientras tanto, se le puede ver casi todos los días, sentada con su bolso, al que denomina con nostalgia “mi baúl” , en la intersección de las calle 25 y la Avenida de los Presidentes, en el Vedado, en los bajos del edificio Palace, calificado como un gran solar de lujo.Su condición de indigente se agrava por los problemas de salud que confronta. Padece de desajustes hormonales típicos de su edad y enfermedades parasitarias ocasionadas por su modo de vida. Según los médicos tiene tendencia a la diabetes, no confirmada aún por los análisis pertinentes. También está pasada de peso debido a una dieta desajustada y prodiga en carbohidratos. Para andar se apoya en un bastón, que en ocasiones también le sirve para defenderse de la vida nocturna de la ciudad.

Los galenos le diagnosticaron un tumor en el vientre y ella se negó a operarse por no disponer de un lugar donde recuperarse al menos por un mes, y confiesa que cuando ingresó en el hospital lo hizo para disfrutar una noche de unas sábanas y comida. Pero el diagnostico la asustó. Con anterioridad ya le habían practicado una histerotomía parcial.

Las estadísticas sobre la cantidad de vagabundos no se publican. Y en cuanto al problema de la vivienda no se vislumbra solución a corto o mediano plazo. La mayoría de los llamados “deambulantes” son negros y mestizos, aunque no se atribuye esta realidad a una  política de discriminación gubernamental.

Por otra parte, aunque el Estado cubano les denomine de igual forma, hay que diferenciar a  personas como Marvis de los enajenados mentales, de los estafadores que se hacen pasar por mendicantes y de los “buzos” de los latones de basura, a los cuales estimulan las propias instituciones estatales con el propósito de recuperar materiales reciclables (envases  de aluminio, vidrio y cartón).

 

La señora Durán Rodríguez perdió su casa en la década de los años noventa. Literalmente quedó en la calle a partir de una disputa con un hermanastro por la herencia del inmueble. Desde entonces duerme por temporadas en el portal de una casa particular o en el de una iglesia; en las afuera de una cafetería, bajo una escalera, en los hospitales y hasta en las funerarias y cementerios. En estos lugares consigue asearse y mantener una imagen digna.

Mavis-Onix-Durán-Rodríguez

Mavis Onix Durán Rodríguez

La señora Durán Rodríguez perdió su casa en la década de los años noventa. Literalmente quedó en la calle a partir de una disputa con un hermanastro por la herencia del inmueble. Desde entonces duerme por temporadas en el portal de una casa particular o en el de una iglesia; en las afuera de una cafetería, bajo una escalera, en los hospitales y hasta en las funerarias y cementerios. En estos lugares consigue asearse y mantener una imagen digna.

Económicamente se mantiene por cuenta de la generosidad de varios personas que le brindan diariamente un plato caliente de comida y algún que otro par de zapatos y vestimenta. Además, de lo que le puede conseguir en las iglesias. En ocasiones revende postales y oraciones religiosas para ganar algunos pesos. Estas fuentes se le cierran cada vez más debido a la crisis económica por la que atraviesa el país y a los constantes acosos policiales. El gobierno cubano limita la entrada de recursos a instituciones de diferentes denominaciones religiosas.

Recientemente, Marvis logró que las autoridades de Bienestar Social le asignaran una pensión de 60 pesos, lo cual no le alcanza para nada en una nación donde algunos productos y servicios básicos alcanzan precios similares a los de cualquier ciudad europea. Al menos, los funcionarios estatales le dieron la posibilidad de acceder a un comedor estatal.

Para resolver su problema de vivienda se ha dirigido a todas las entidades pertinentes, pero siempre se ha encontrado trabas burocráticas, pérdida de documentos, respuestas evasivas y ninguna solución. Escribió una carta a la oficina de quejas del Comité Central del Partido Comunista, pero tampoco ha obtenido respuesta. Mientras tanto, se le puede ver casi todos los días, sentada con su bolso, al que denomina con nostalgia “mi baúl” , en la intersección de las calle 25 y la Avenida de los Presidentes, en el Vedado, en los bajos del edificio Palace, calificado como un gran solar de lujo.Su condición de indigente se agrava por los problemas de salud que confronta. Padece de desajustes hormonales típicos de su edad y enfermedades parasitarias ocasionadas por su modo de vida. Según los médicos tiene tendencia a la diabetes, no confirmada aún por los análisis pertinentes. También está pasada de peso debido a una dieta desajustada y prodiga en carbohidratos. Para andar se apoya en un bastón, que en ocasiones también le sirve para defenderse de la vida nocturna de la ciudad.

 

Los galenos le diagnosticaron un tumor en el vientre y ella se negó a operarse por no disponer de un lugar donde recuperarse al menos por un mes, y confiesa que cuando ingresó en el hospital lo hizo para disfrutar una noche de unas sábanas y comida. Pero el diagnostico la asustó. Con anterioridad ya le habían practicado una histerotomía parcial.

Las estadísticas sobre la cantidad de vagabundos no se publican. Y en cuanto al problema de la vivienda no se vislumbra solución a corto o mediano plazo.

Mendigo-en-una-calle-de-La-Habana

Mendigo en una calle de La Habana

 

La mayoría de los llamados “deambulantes” son negros y mestizos, aunque no se atribuye esta realidad a una  política de discriminación gubernamental.

Por otra parte, aunque el Estado cubano les denomine de igual forma, hay que diferenciar a  personas como Marvis de los enajenados mentales, de los estafadores que se hacen pasar por mendicantes y de los “buzos” de los latones de basura, a los cuales estimulan las propias instituciones estatales con el propósito de recuperar materiales reciclables (envases  de aluminio, vidrio y cartón).

 

 
 
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