Crónica           IMPRIMIR
15 de febrero de 2008

Impiedad con atletas cubanos


Oscar Espinosa Chepe


LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Los dos jóvenes boxeadores cubanos que desertaron durante los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro en julio de 2207, y luego fueron regresados a Cuba, Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara, siguen sometidos a prohibición para incorporarse al movimiento deportivo, tronchándoseles sus exitosas carreras y aspiraciones como seres humanos.

Rigondeaux ha sido campeón mundial en dos ocasiones y tenía más de 100 victorias consecutivas.  Erislandy también fue campeón mundial. Ambos recibieron medallas olímpicas.  En cualquier país, deportistas como ellos constituyen un orgullo nacional y referencias para la juventud.  Los méritos obtenidos los consiguieron con grandes esfuerzos y privaciones que ahora terminan con un castigo desproporcionado, que priva al país de dos excelentes atletas.

Ciertamente, ellos cometieron una indisciplina al abandonar su equipo, pero hay que tener en cuenta las prohibiciones existentes en Cuba para practicar un deporte en el extranjero. Por ello es lógico que jóvenes talentosos quieran medir sus capacidades en otros niveles más exigentes, así como elevar el nivel de vida de ellos y  sus familias a través de sus esfuerzos, después de haber dado tantas  glorias a la patria.

Hoy, que son tan inciertas las posibilidades cubanas de medallas en las Olimpiadas de Beijing, sería lógico que se levantara de inmediato el castigo a estos dos fabulosos boxeadores, ya sancionados en demasía,  para que puedan participar en un evento de tal magnitud e importancia.

Si se quiere que no se repitan estos escándalos internacionales de atletas cubanos abandonando las delegaciones, debe dárseles la libertad para que de forma legal puedan practicar sus disciplinas en el extranjero y regresar al país cuando lo deseen. 

Asimismo, es un absurdo que a muchos deportistas cubanos actualmente residentes en el exterior se les niegue  defender nuestra bandera en eventos internacionales, como hacen la inmensa mayoría para sus países.

Si se levantaran estas ridículas prohibiciones, dictadas por motivos políticos, muchos de los equipos deportivos enviados a competir se fortalecerían sustancialmente, en especial los de béisbol, voleibol y otros, pues tenemos excelentes compatriotas jugando en el extranjero.  Además, deberían rectificarse las medidas que imposibilitan a los deportistas cubanos regresar a nuestra patria temporalmente o restablecerse en ella.  Esto es inhumano desde el punto de vista de la familia y los amigos, pero también daña al país al privarlo de que personas bien preparadas traigan sus experiencias, sin subestimar que también puedan aportar los ahorros ganados con sus  esfuerzos e invertirlos en el desarrollo nacional, con las debidas garantías.

En esta etapa, cuando se habla de cambios en la economía, el deporte no se puede quedar a un lado de las transformaciones.  En el contexto de la decadencia generalizada que sufre Cuba, esta actividad también ha sido seriamente afectada.  La propia prensa cubana ha mostrado el estado ruinoso de muchas instalaciones deportivas y destacados atletas nacionales, incluidos relevantes jugadores de béisbol, han señalado la gran falta de recursos que afrontan.

Es tiempo de revisar esta preocupante situación y suprimir las prohibiciones que tanto daño están haciendo a este importante aspecto de la vida nacional, donde indudablemente se han obtenido avances y triunfos que llenan de legítimo orgullo al pueblo.  El deporte es vital para tener una juventud sana, física y mentalmente. La intransigencia y el fundamentalismo político deben  dejar de ser obstáculos para el progreso de esta actividad.    

 

 
 
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