Crónica           IMPRIMIR
14 de febrero de 2008

La palabra del mañana

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Está en boca de todos. La portan a relieve en pulseras plásticas en sus muñecas mujeres y hombres. Aparece a modo de conclusión en intercambios dialógicos en cualquier escenario. La palabra tan pronunciada ahora mismo en Cuba la componen seis letras que asustan a la policía, crispan a los burócratas amarrados a sus funciones y enajenan a quienes su mentalidad conservadora les impide ver la realidad más evidente: cambio.

Desde hace rato activistas de la oposición la echaron al ruedo público, como una consigna  para identificar una necesidad que se hacía urgente cada vez más. Justamente, aprovecharon la moda de las pulseras plásticas de diferentes colores para echarla a rodar por las calles. Eligieron el blanco.

A partir de julio del año pasado, con sentido un tanto diferente, la utilizó el primer vicepresidente cubano para marcar su discurso en el aniversario político más importante que celebra el país.

Abiertas las compuertas de la frecuencia de uso, con uno u otro sentido, esta es la palabra que identifica la voluntad popular más amplia. Aunque la policía no cese de reprimir a quienes lleven pulseras blancas con la palabra de marras. Mientras, hay quienes no vislumbran aún la posibilidad del hecho en sí, pero si el gobierno se atreviera a realizar un referéndum  sobre la acogida de su significado en el  momento actual, el resultado sería realmente apabullante.

Al respecto, circula de mano en mano, de boca a oídos, de memory stick a discos duros, la copia de vídeo tomado en una reunión del Presidente de la Asamblea Nacional con los estudiantes de la Universidad de las Ciencias Informáticas, con sede en La Habana, cuyo interés mayor resulta el escuchar a un joven estudiante resumir las preocupaciones y razones de un cambio satisfactorio en busca de respuestas ante un dirigente gubernamental del más alto nivel, con una lógica y  una racionalidad singulares de un político avezado y raramente honesto. Sin lugar a dudas, era la voz del pueblo. Las respuestas del funcionario gobernante se notaron insatisfactorias para la urgencia de las interrogantes.

Del cambio hablan las abuelas cuando se tropiezan en los mercados con precios imposibles, los padres de familia que se cruzan camino al trabajo, las madres al dejar a los hijos a la puerta de la escuela, los adolescentes y  jóvenes mayores que sus novias para ofrecerles prueba de una madurez en ciernes, los pasajeros agotados por la espera  del transporte que no llega.

Lo contra producente, más no inesperado por muchos, es la lentitud del  gobierno en propiciar las medidas que conduzcan a desterrar de la vida nacional decenas de prohibiciones, reglamentos absurdos e inviolables, acuerdos de orden burocrático, medidas aplicadas de manera circunstancial que hoy la realidad  hizo caducas.

El jueves 7 muchos cubanos en la isla vieron en pantalla la promoción del noticiero del canal 51 de la televisión miamense anunciar con el titular de más cambios en Cuba, la posible aceptación  oficial de uniones civiles  homosexuales. No obstante la novedad para una sociedad como la nuestra, no es precisamente el cambio más esperado.


Lo que se reclama hoy a sotto voce y quizás, algo más pronto que lo vaticinado,  son cambios fundamentales de orden socio económico por ahora, no en grupo poblacional,  sino en la sociedad en general. Definitivamente, la palabra cambiotodavía se escuchará más en Cuba.

 

 
 
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