Un hombre tras las rejas

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Juan Antonio Bermúdez Toranzo, nacido en Banes en 1966, emigró a La Habana a los 22 años en busca de mejores condiciones de vida. Vivió en Casablanca y ejerció como profesor de karate en Regla, donde alternó su pasión deportiva con empleos como  almacenero, dependiente de una cafetería y de una gasolinera. Obtuvo después una bicitaxi y se convirtió en trabajador por cuenta propia, lo cual le dio cierta libertad económica, pero lo sumergió en la lucha política al ser elegido coordinador nacional del sindicato de las bicitaxis.

Las disputas por las reivindicaciones de un sector no controlado por la oficialista Central de Trabajadores de Cuba le acarrearon contrariedades y desafíos que aceleraron su evolución política. Sin abandonar la defensa del gremio que encabeza transitó por el Movimiento Liberal Cubano, la Fundación Cubana de Derechos Humanos –de la que es vicepresidente- y el Consejo de Relatores de ese organismo.

Al mudarse para la comunidad transitoria de Cambute se convirtió en líder de los sin tierra, como se les llama en la isla a quienes forcejean por una casa propia. Allí creó, con el apoyo de su esposa, la bayamesa Neris Castillo Moreno, un núcleo de activistas encargados de llevar al médico semanalmente, gestionar y repartir medicinas, juguetes, ropas, zapatos y comida a los más necesitados; sin contar con las autoridades locales.

Fundó, además, la biblioteca independiente Rosa Parks y sistematizó intercambios de libros y folletos que pusieron en guardia a los informantes de la policía política, quienes lo detuvieron varias veces y trataron de intimidarlo.

El activismo sindical y comunitario de Juan A. Bermúdez Toranzo colmó la paciencia de los funcionarios administrativos y políticos del municipio capitalino San Miguel del Padrón, quienes fueron abucheados al imponer a los candidatos comunistas en las elecciones locales del pasado octubre, sin tener en cuenta que la comarca de Cambute ya no cree en promesas.

Debieron conjurarse otras fuerzas en su contra, pues el operativo policial realizado la noche del 21 de noviembre en la casita de Juan y su familia, fue considerado como un acto de terrorismo de Estado contra la inconformidad de los humildes moradores de Cambute.

Ocho patrulleros, más de veinte agentes y tres oficiales de la Seguridad del Estado es un alarde de fuerza. La golpiza pública a un opositor pacífico, el uso de espray y gases lacrimógenos en su hogar y el encarcelamiento provisional de los cinco activistas que salieron a protestar revela la habitual impunidad de las autoridades represivas cubanas.

Desde esa noche Juan A. Bermúdez Toranzo no duerme en casa. Lo llevaron a la estación policial de San  Miguel del Padrón; después lo trasladaron al cuartel de Aguilera, en Lawton; de allí a la unidad de 100 y Aldabó, y finalmente a la cárcel  Valle Grande, en La Lisa, donde estuvo 36 días en huelga de hambre, desnudo y sin comer.

“Hasta que no comas no te damos la ropa”, le dijo el esbirro que le propinó la golpiza por reclamar el colchón de la celda.

“En esas condiciones él se auto agrede con una lámpara de luz fría. Grabó en su pecho las siglas FCDH –Fundación cubana de derechos humanos-. Fue un acto de rebeldía, no un intento de suicidio, pero estaba muy débil y se deshidrató; hubo que ponerle sueros”

El testimonio de su esposa, dado a conocer a la prensa internacional, convirtió a Neris Castillo Moreno en víctima de amenazas. La delegada de la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR) en San Miguel del Padrón fue detenida diez horas por la policía el 6 de febrero. Le dijeron que le abrirían un expediente de peligrosidad por reunirse con opositores, calificados como antisociales por los representantes del régimen.